domingo, 13 de noviembre de 2011

Los premios

Días atrás se anunciaron los premios “Éter” al periodismo radial que recayeron, entre otros, en Víctor Hugo Morales, relator deportivo de vasta trayectoria en nuestro medio, conductor del programa “La mañana” en Radio Continental, emisora que utiliza comercialmente el slogan gente de palabra para jerarquizar el prestigio de sus programas y sus conductores. He observado durante años fragmentos del trabajo del galardonado, y he seguido prácticamente a diario las emisiones de su programa matinal durante el último año, oyendo sus diatribas permanentes contra Magneto y Clarín, tal como suelen hacerlo los seguidores de los Kirchner, y soy testigo de su sintonía perfecta con el gobierno nacional en todos los aspectos de la realidad argentina y de su interpretación de que el periodismo no kirchnerista es el responsable de las críticas opositoras y de la propagación de información capciosa y falsa que asimilan los enemigos del gobierno. Después de ver en las pantallas de televisión el mismo día de la concesión del premio Éter en el escenario del Teatro Cervantes a la presidenta de los argentinos rodeada de sus más conspicuos ministros en la presentación de un libro del científico mediático Adrián Paenza que trabaja en una universidad de Estados Unidos y escribe libros de divulgación masiva, presentados nada menos que por el conductor Víctor Hugo Morales, caí en la tentación de interpretar los hechos como premio a una conducta. Premio porque es sabido que la presidenta no tolera compartir un escenario con nadie que no comulgue con sus ideas ni que rechace a sus hijos dilectos entre los que sobresale Paenza, un ideal de universitario argentino que encarna el ejemplo viviente de toda la Nación tecnificada del futuro. Y  premio porque, independientemente de las suspicacias que despertaban las opiniones diarias de Morales a favor del gobierno a lo largo de un año electoral,  pocas semanas antes había sido enfrentado en el aire por la prestigiosa periodista Magdalena Ruiz Guiñazú  durante un programa en la misma emisora en que ambos se desempeñan, quien lo acusó directamente de hacer “bajada de línea” desde el gobierno en alusión a un programa de televisión con ese nombre (el inconsciente existe) que Víctor Hugo también conduce.
    Desagradables son estas escenas en las que la soberbia del poder cae una y otra vez en el error de presentar como razonables actos que son parodias, y reconocimientos que confirman presunciones de deslealtades de las que la inteligencia se alerta, sin necesidad de que los medios enemigos llenen la cabeza de falsedades y difamaciones a los que piensan de modo independiente. Cuán fácilmente los premios tocados por la suspicacia corren el  riesgo de convertirse en lastres en un futuro, ya sea por los reclamos que la conciencia genera en algunas almas o por la lectura desapasionada de la Historia que podrá ponderar más convenientemente los actos de los frágiles humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario