miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lealtades o conspiraciones.


 Hace unos años el presidente Kirchner hablaba con vehemencia, como solía siempre hacerlo, de un nuevo fenómeno descubierto por él en la realidad argentina que denominó “transversalidad”, concepto sesudo con el que pretendía sentar en una misma mesa de discusión varias fuerzas políticas que hasta ese momento habían estado enfrentadas y con las cuales las alianzas al estilo FREJULI de los setenta no habían sido posibles. Se hablaba entonces de un nuevo justicialismo que atrajera por fin a su seno lo que quedaba de la vasta clase media argentina que siempre había mirado al peronismo con desconfianza, prometiendo un diálogo transversal y asegurando así un horizonte más diáfano en días turbulentos. Quizás la verdadera intención de esta maniobra era compensar las pérdidas que el kirchnerismo sufría en el seno del viejo partido peronista repleto de ortodoxos, viejos y roncos cantores desentonados de la marcha, antiguos jerarcas sindicales que habían pactado con los militares, y caudillos que habían exprimido bastante del movimiento y del pueblo pero que resultaban, para ese entonces, una amenaza insoportable. Ese proyecto del muerto, como otros de su misma autoría, fracasó. No mucho después, la ansiedad voraz del ex presidente, que seguramente fue la que terminó matándolo literalmente, estaba apuntando los cañones hacia otros objetivos. Pero de aquel proyecto quedó el vicepresidente Cobos, surgido de un radicalismo en decadencia, devaluado por tremendos golpes de años anteriores sufridos por líderes como Alfonsín que jaqueado por el sindicalismo peronista con Ubaldini a la cabeza, los militares con añoranzas con líderes como Aldo Rico, y con sus flaquezas propias había tenido que borrar con el codo la admirable gesta escrita con la mano durante el juicio a las juntas, adelantar el fin del gobierno y pactar con especímenes impresentables de la talla de Carlos Menem que vació económica e intelectualmente el país. Y de un radicalismo quebrado después del rotundo fracaso de la Alianza, última esperanza de la clase media que había puesto allí todas sus expectativas y debió comer el barro después de la caída de un presidente incapaz y un gabinete de impotentes que rogaron que alguien los auxiliara, Duhalde, el mismo que fue acusado de promover parte de la inestabilidad que condujo a la catástrofe, y que luego, con pésima visión estratégica,  concedió la candidatura  del justicialismo a un ignoto del sur que luego pateó el tablero y se convirtió en su peor enemigo. El kirchnerismo ganó y gobernó y empezó a tomarle el sabor a la victoria a través de los gobernadores de las provincias y los intendentes del conurbano, que para no ver cortados los presupuestos de sus territorios, abrevaban gustosamente de la abultada billetera de la presidencia. Y junto con el poder crecía la soberbia y la prepotencia del guapito del barrio que faja a todos. Y en ese afán devorador surgió la idea de sacar plata de donde más venía, producto del cultivo de un yuyo estúpido, según interpretación de la Presidenta por aquellos días, por el que el mundo pagaba millonadas. Y el ministro Loustau, alejado todavía de las feromonas de las divas de la televisión, pergeñó la genial idea de una manito que denominó “retenciones” por las que todo un país se enfrentó hasta en las mesas familiares, otro de los legados de Kirchner. Y en la discusión parlamentaria sobre el monto de esas retenciones, el vicepresidente Cobos, que debía desempatar, lo hizo a favor del campo y de la inmensa mayoría que veía en esta maniobra otra injerencia del gobierno.
    No es este el panegírico de una figura avasallante en la política argentina, ni un acto de reconocimiento para un personaje que no me impresiona como sobresaliente en el escenario nacional. Pero es la descripción de una persona que en total soledad, rodeada de serpientes venenosas que lo azuzaban a escondidas y durante toda la sesión a la vista de las cámaras de televisión, en un acto de independencia personal, votó por lo que consideraba más justo. Esta acción, por la que fue calificado como traidor una y mil veces por el kirchnerismo, convirtió a este hombre, el presidente del Senado, en un aislado político al que a poco de andar fue abandonado por su partido y al que el plantel gobernante humilló mil veces, empezando por la actual presidenta que en reuniones partidarias multitudinarias comentaba que preguntaba a su marido “¿qué vicepresidente me pusiste?” generando las burlas ruidosas y chabacanas  de la audiencia y luego la de los aduladores profesionales, muchos de ellos expertos en medios de comunicación.
    Así es como reacciona el gobierno frente a quienes no siguen el libreto que según ellos deben seguir quienes estén a esas alturas del poder. Esa era la profundidad del concepto de “transversalidad” que pretendía el ex presidente. Todo lo malo y riesgoso de los Cobos frente a la cualidad fundamental de los que acompañen ahora a la presidenta: la lealtad. La misma que lleva afirmar al vicepresidente electo Boudou en el acto de su consagración como candidato que jamás sería como Cobos.
    En estos días, en el fin de un largo año en el que no se hizo casi ninguna tarea legislativa porque las mentes estaban ocupadas en las elecciones, las preocupaciones que desvelan a los legisladores oficialistas y al vicepresidente electo es encontrar una fórmula para sortear los lineamientos de la Carta Magna con respecto al acto de asunción del cargo de Presidenta e impedir que sea el vicepresidente constitucional, en este caso Cobos, un díscolo que ha desobedecido a gobierno, quien otorgue los atributos de mando a la Señora Cristina, algunos dicen cínicamente, para evitarle al vicepresidente un mal momento. Oscuros días esperan a la Argentina, ahora que la oposición atomizada ocupa menos bancas en el parlamento, no encuentra canales de expresión y ha sido desplazada por la soberbia que reina tranquila creyéndose depositaria de todo el poder, y  los serviles domesticados que se cuidarán bien de cerrar sus bocas, como corresponde en un universo de lealtades o conspiraciones.

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