jueves, 2 de enero de 2014

Sombras y sombras.



El gobierno de los Kirchner está acabado. La descomposición social que se vive en la Argentina es el reflejo de la descomposición estructural del gobierno. A la división de los argentinos, pacientemente promovida por los Kirchner con su permanente diatriba en contra de los críticos del gobierno, desde Clarín , exponente acabado de la “Corpo mediática”, pasando por los opositores, como Lilita Carrió calificada una y otra vez de demente, pasando por periodistas no genuflexos o comprados, encolumnados tras Lanata, en su función de destapadores de entuertos,  y alcanzando hasta los ciudadanos que por H o por B rechazaron medidas del gobierno hasta convertirlos en “gorilas de Recoleta” merecedores de cepos cambiarios, víctimas de cortes prolongados de luz para que aprendan lo que es vivir como pobres, y desprecios mediáticos lanzados por “artistas populares” tipo Fito Páez, que desprecia a los porteños aunque vive en la gran aldea y saca provecho de sus beneficios relativos, entre otros, monumentales cachets por shows “militantes”.
    La larga lista de funcionarios despreciables, sin que se pretenda por cuestiones de espacio ser exhaustivo, es encabezada por la pareja presidencial, incluido el finado ex presidente, considerado, por antiguos compañeros de ruta, ej, Alberto Fernández, y por kirchneristas avergonzados ante tanto dislate indisimulable a pesar de intrincada dialéctica, como creador inmaculado del “modelo”: es enorme la evidencia de la complicidad de Néstor Kirchner con su socio Lázaro Báez en la derivación de dinero del estado hacia los bolsillos de los Kirchner a través de burdas maniobras de envíos a paraísos fiscales del exterior y “cobros” de falsos alquileres de hoteles vacíos en el sur del país. Es vergonzoso el enriquecimiento de los Kirchner durante su función pública tanto en Santa Cruz ( modelo primario de su práctica de gobierno) como en la Nación.
    Es indisimulable la responsabilidad de corrupción en los manejos de las cuestiones públicas del aún vicepresidente Boudou, procesado en la causa Ciccone, elegido como leal por Cristina para enmendar errores de su marido por la elección de otro vicepresidente que resultó “sucio traidor” al vetar la propuesta kirchnerista de las retenciones al campo.
    Es tragicómica la figura de un personaje como Aníbal Fernández, eterno defensor de causas oficialistas indefendibles, ya apartado de la escena público por agotamiento de sus recursos defensivos, sospechado de estrecha relación con el narcotráfico .
    Son lamentables las figuras de los legisladores Rossi y Pichetto, éste último declaradamente hastiado de tanta hipocresía, al encabezar las embestidas de los proyectos trasnochados de los Kirchner en el congreso, que en más de una oportunidad, y pese a todas las posibilidades en contra, lanzados por la prepotencia del poder K, debieron reservarse encajonados para mejor ocasión , como la increíble ley de “democratización de la justicia”, que toscamente pretendía designar únicamente jueces adictos al gobierno, dado que los acólitos aislados, como Zaffaroni, no resultaban totalmente funcionales al gobierno.
    Es incalificable la conducta de De Vido, superministro de planificación, compañero de ruta de los Kirchner desde los inicios de su gestión en Santa Cruz, responsable directo de áreas vitales del gobierno, entre las que se destacan la obras pública, nido de corrupción atroz en la era kirchnerista y fuente de la riqueza inmensa de la pareja presidencial, y de la energía, cuestión pendiente en la Argentina que ha gastado, sólo desde enero hasta agosto de 2013, 5800 millones de dólares en petróleo, mientras YPF-Repsol, es graciosamente “expropiada” a los españoles en una ataque de bravuconada del ahora ministro de economía Axell Kicillof, que implica ahora un resarcimiento millonario como condición para negociar con los organismos de financiamiento internacionales a los que Argentina debe recurrir (“liberación o dependencia” aparte), por la crisis irrefrenable de la economía. De Vido también es responsable principal del parque eléctrico de la Nación aunque pretenda endilgarle a las empresas contratadas la totalidad de la culpa por el colapso en el que el país, y especialmente el área metropolitana, la más rica y poblada del país, cayó desde tres semanas antes del fin de año y hasta ahora, dejando sin luz y sin agua a vastos sectores incluyendo barrios acomodados que jamás habían sufrido cortes semejantes a pesar de olas de calor desde principios del siglo veinte. Con su consabida rápida respuesta a las críticas, contestó, con proverbial rusticidad, que Macri, jefe del gobierno porteño, en vez de aconsejarle cambiar el huso horario como medida de emergencia para hacer frente a la crisis, “trabaje más horas por día”, como si realmente De Vido fuera el gran trabajador peronista que se desvive por el rendimiento de sus logros.
    Otra de las vergüenzas kirchneristas, graciosamente calificado como “patriota” por muchos pensadores K, es el matón Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior, figura desplazada después de miles de cuestionamientos inalcanzables a una presidenta ciega y sorda, incondicional defensor del “modelo” con revólver en mano para negociar con los empresarios, cómplice de la prohibición de la compra de moneda extranjera, y caprichoso mandamás para el otorgamiento de permisos de importación, responsable directo de la parálisis de varias ramas de la industria por esta vía y aún de insumos médicos indispensables para la salud.
   En este recorrido, la nota reciente ha sido protagonizada por otro emblemático representante del gobierno argentino actual, el responsable de la AFIP Ricardo Echegaray, sabueso del gobierno, especialista en alimentar la voraz máquina argentina de los tributos, que devora los ingresos de los ciudadanos comunes de sueldos miserables, arremete los salarios con un bajo mínimo no imponible desnaturalizando su esencia y sometiendo al trabajador común a más horas de trabajo y mayores responsabilidades por igual sueldo, y, especialmente, es usada en contra de todo aquel que pretenda mínimamente cuestionar procederes del gobierno, es decir, a la manera de un arma extorsiva que obliga al silencio con la amenaza de los perros de la AFIP que harían a uno quebrar sus finanzas o parar en la cárcel por evasor, lo sea o no lo sea. Descubierto en Río de Janeiro, donde había llegado en la primera clase de Emirates Airlines, y hospedado en un hotel de 990 dólares por noche, para pasar el fin de año con su familia, y el despachante aduanero Lambiris con su hijo, asistió pasivamente a la paliza que sus guardaespaldas le propinaron a un grupo de periodistas de TN que lo interrogaban, después de preguntarle sobre la disponibilidad de dólares que había obtenido para su viaje a diferencia de los ciudadanos comunes que aún solventes no pueden adquirirlos en su país, y si confirmaba haber viajado en primera en una línea aérea extranjera prohibitiva para los bolsillos de los trabajadores,  aconsejados públicamente por él mismo a utilizar la línea de bandera, expropiada a los españoles, por la que se pagan 500 millones de dólares anuales en su mantenimiento.
    Pero la perla está dedicada a la señora Presidenta, aislada y en silencio allí lejos, en su “lugar en el mundo”, en un Calafate frío que no conoce olas de calor prolongadas que ponen al descubierto el desinterés por la cosa pública, como la energía, la electricidad, la provisión de agua, el transporte público que aumentó 66% en el fin de año. Ella, fría y distante, siempre justificada por sabios nacionales y populares que son los únicos que saben interpretar la dialéctica, despreciar las insignificancias de las conductas de los circunstanciales protagonistas de la Historia, por supuesto llenos de debilidades y flaquezas, frente a los grandes movimientos históricos revolucionarios que los demás no vemos, seguramente influenciados por nuestros intereses de clase o el sucio dinero de la “corpo mediática”. La Señora reposa, y se restablece de una penosa afección neurológica que la mantiene temporariamente alejada de las nimiedades cotidianas de los ciudadanos, como los cortes de energía eléctrica y el agua, producto de la caprichosa naturaleza y la desinversión de los gobiernos anteriores que dejaron el poder apenas diez años atrás. Mientras tanto, el hijo Máximo, conductor de una brillante juventud revolucionaria bautizada “La Cámpora”, inteligente como aquellos Montoneros (pero más prudentes y sabios), sentencia que “acá no pasa nada. Tenemos que llegar hasta mitad de año, cuando empiece el mundial y la gente se olvide de todo. Aparte, Randazzo traerá en abril el primer tren importado de China para el Sarmiento, para que no hablen más los contras, entre los que se encuentran infiltrados entre los padres de algunos muertos de la tragedia de Once”.

    Esta es la gente que nos gobierna. En ella descansa nuestro porvenir y el de nuestros hijos, sin contar nuestras necesidades rutinarias básicas en salud, vestido, alimentación, educación y realización como personas de esta época. Se habla de la “década ganada”, como del triunfo de los Kirchner y su política. Época de ganancias sin duda, pero no para la Historia, sino para las cajas particulares de los responsables del saqueo del bien generado por los trabajadores. El “modelo” y sus hacedores están acabados y asistimos diariamente a su derrumbe. Basta para comprobarlo asistir a las diarias conferencias de prensa del jefe de gabinete  Capitanich. No creo en un Dios ante quien deberán rendir cuentas, sino en una justicia independiente que los meta de por vida en la cárcel. De una justicia que funcione a pesar de los intentos desesperados de quitarse responsabilidades, como  el proyecto de reforma del código civil aprobado por una lamentable cámara de diputados. Se habla aún de “década ganada” cuando se han puesto en juego las libertades básicas de los argentinos y se ha expoliado las arcas públicas con soberbia y prepotencia. No se trata de luces y sombras porque las primeras se han apagado hace mucho tiempo. Se trata sólo de sombras y sombras.