miércoles, 9 de noviembre de 2011

La eficacia de los muros

Hoy, 9 de noviembre de 2011 se cumplen 22 años desde la caída del muro de Berlín, también llamado Muro de la Vergüenza, considerado por la mayoría del mundo civilizado como una ignominiosa mancha  en la Historia de los pueblos, producto del enfrentamiento despiadado de los dos bloques de poder, el capitalista y el comunista, desde finales de la segunda guerra. Se implantó en el seno de la nación alemana, donde se había pergeñado pocos años antes una feroz planificación de exterminio sistemático de personas por diferencias étnicas en presunto beneficio de una raza superior. Después de 11 años de derribado el muro, y a pesar de la amarga lección aprendida, está hoy en pleno desarrollo la instalación de otro muro de más de 700 Km de longitud en Cisjordania, levantado con el argumento de la defensa de la seguridad nacional en un territorio disputado por dos pueblos identificados étnica y culturalmente desde los inicios de la Historia de la humanidad. Quienes lo llevan adelante, en proclamada autodefensa, son descendientes de parte de las víctimas que antes de la división pertenecían a una comunidad de más de 160.000 habitantes que vivieron en una Alemania  sin muros, muchos de los cuales debieron sufrir después los enormes trastornos y riesgos de vida que conllevó su emplazamiento. La repetición de tan horrendo capítulo de la Historia, seguramente abonada por la valoración de sus beneficios, prueba que para los ideólogos de esta medida, la implantación de un muro para intentar dividir dos pueblos con intereses enfrentados resulta un recurso válido.
    Estados Unidos, por otra parte, suele erigirse como paladín de los derechos humanos en el mundo condenando la tortura y las prácticas terroristas, plagadas de odio, venganza y derramamiento de sangre de inocentes. Sin embargo, en Guantánamo, mantiene descaradamente una prisión donde somete a cientos de presos políticos a las mayores degradaciones en nombre de la seguridad nacional. La adopción de tales métodos absolutamente inaceptables cualesquiera sean sus argumentos, es una prueba que los norteamericanos creen que ese tipo de medidas resultan eficaces a favor de sus intereses soberanos.
    Finalmente, las naciones de Europa Occidental, con Gran Bretaña y Francia a la cabeza, identificadas siempre con los intereses de Estados Unidos, se han mostrado, particularmente desde la segunda guerra, aliadas en un ideario de libertad y justicia, promoviendo fundamentalmente desde Hollywood, los valores de la democracia y los derechos de los pueblos del mundo. Sin embargo, los representantes de esas naciones no han tenido reparo alguno en despachar ejércitos y perfeccionar armas infernales para ocupar, colonizar y aniquilar poblaciones enteras en nombre de tales valores en contra del terrorismo y la muerte, aunque luego exhiben por televisión ejecuciones en la horca y cadáveres acribillados de los odiosos líderes enemigos, poniendo de manifiesto que a pesar de los costosos trajes que visten y el fino lenguaje  del que hacen gala en sus conferencias como estadistas civilizados, no son más que simples homicidas con las manos manchadas con la sangre de sus víctimas. Estos hechos prueban, que la tortura y la muerte son métodos eficaces para los conductores del mundo desarrollado.
    Las conclusiones de los comentarios que anteceden se desprenden fácilmente, pero podrían remarcarse, a modo de síntesis algunos conceptos: a) el hombre es un ser siniestro que aprende y ejecuta prácticas deleznables una y otra vez en su propio beneficio con los mejores pretextos y con los métodos más primitivos. b) La humanidad no tiene remedio con canallas de esta envergadura al frente de tantos pueblos sufrientes. c) Podrá criticarse que se alcen una y otra vez sobre la faz de la tierra con el propósito de separar al otro, pero la práctica indica que los muros son eficaces para los poderosos que gobiernan el mundo y deciden por quienes no lo hacen.

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