jueves, 22 de diciembre de 2011

Discursos para la gilada.


Podría pensarse que quien conduce el gobierno se encuentra cursando la fase maníaca de una enfermedad psiquiátrica. Es difícil entender lo contrario a la luz del volumen de proyectos de ley y la velocidad maratónica que el ejecutivo incitó para aprobarlas como primer acto de una reelección que se las trae y después de un largo año en que la apatía reinaba en el Congreso mientras el gobierno y el conjunto de la oposición se concentraban en las elecciones presidenciales. Asimismo, en estos días se observa una verdadera avalancha de procedimientos judiciales y de la AFIP tendientes, coincidentemente, a golpear a enemigos del gobierno. Si uno observa con mayor detenimiento, puede constatar que las leyes que pretendía y logró aprobar el gobierno, primero por diputados y luego por senadores, sin quitar una sola coma de los originales, y en sesiones donde la oposición ofrecía un cuadro lastimoso de minoría que sólo cumplía con la formalidad de la protesta sin ser mínimamente escuchada y luego se procedía a votar con toda prepotencia ofreciendo más y más frutos a la corona sedienta, obedecían a iguales propósitos, fundamentalmente la hegemonía del gobierno sobre las áreas de información y la embestida contra el poder sindical. La ley del papel prensa que se aprueba en el día de la fecha y que deja en manos del estado la propiedad de su producción y distribución y anula la posibilidad de libre importación es una flagrante movida del Estado para apropiarse de la materia prima de los diarios independientes que a lo largo de todo el país ya han hecho oír sus reclamos llenos de indignación. La ley del estatuto rural tiende conceptualmente a destruir la UATRE, vaciar su caja e favor de la administración del gobierno, y a descabezar a un adversario sindical, el Momo Venegas, enfrentado claramente con el ejecutivo. La ley antiterrorista no persigue, como engañosamente se presenta, luchar frontalmente contra este flagelo de la humanidad que pone en riesgo la seguridad de millones de personas en el mundo contra la irracionalidad asesina de los grupos radicalizados del  mundo, sino que, simplemente pretende frenar las críticas de los observadores de la realidad argentina que puedan poner en riesgo la ejecución de algún programa de gobierno; así transmitir a la población que el dólar paralelo aumenta porque la gente tiende a comprarlo masivamente cuando se restringe la operación bancaria normal puede hacer actuar la ley contra el transmisor que pasa a ser acusado de promotor de una corrida bancaria, o terrorista económico (¡!). Esta actividad febril de los legisladores oficialistas, que no se caracterizan precisamente por ser trabajadores febriles, se enmarca en una realidad cotidiana de embestidas judiciales de jueces subrogantes de otras provincias (como Mendoza, por ejemplo) que con el auxilio de gendarmería y un despliegue sobresaliente de medios ocupó la sede de Cablevisión, del grupo Clarín, superenemigo actual del gobierno, la más poderosa empresa proveedora de cable del país, en una maniobra donde se ve la mano del gobierno a través del grupo Vila-Manzano, competidora de Cablevisión en el interior del país y conectada con operadores que tienen oficina propia en la Casa Rosada. Y demandas millonarias de la AFIP al diario La Nación (otro enemigo del gobierno) por presuntas deudas impositivas justamente en estos días de navidad donde parece que no sólo explotan los cohetes festivos en los barrios sino los misiles destructores lanzados desde Balcarce 50.
    El objetivo supremo es gobernar brutalmente, en presunto beneficio de una libertad y una democracia que se declaman pero se desprecian en la práctica y ponen en descubierto tics de gobiernos despóticos y dictatoriales que desprecian la discusión y el derecho de los demás en beneficio de oscuros intereses que benefician a unos pocos. Todo con un coro de periodistas y medios a sueldo, y de famosos tontos que contribuyen al juego repitiendo como loros los argumentos de un gobierno que avergüenza. Hoy un político peronista de la oposición, Eduardo Amadeo, se preguntaba en los medios por qué el esfuerzo de este gobierno en someter a la prensa y qué es lo que pretende ocultar. Y quizás las confesiones de Sergio Schoklender hasta hace poco aliado del gobierno, hijo putativo de Hebe de Bonafini, defensora incondicional de los Kirchner, ponga luz en este campo después de sus declaraciones a Martín Caparrós en su blog. Schoklender dice directamente que una cosa son los discursos, pero otra la verdadera política que se cocina adentro. De ahí surge que todo se paga desde el gobierno, desde los movimientos sociales con D’Elia y Pérsico a la cabeza para que no molesten hasta los medios a los que si se rebelan se los amenaza con quitas de la pauta publicitaria o quiebra de sus empresas. Que todo tiene una caja y que los ministros hacen malabares con los fondos según sus necesidades y su influencia en el gabinete, independientemente de lo que marque el presupuesto. Que es simplemente con dinero que se debe pagar a los miembros de cada planta del gobierno que cobran en negro mucho más que lo que fija la ley, el financiamiento de la política que incluye las movilizaciones, el periodismo adepto y la carteleria, y los funcionarios que no sólo aseguran personalmente su futuro sino el de sus parientes. Que Néstor negociaba con todo el mundo y tenía siempre una puerta trasera en cada ministerio para conseguir cualquier cosa pero con Cristina, en cambio, las cosas se hicieron más duras y que Abal Medina ocupó aquel puesto con menos soltura, que las licitaciones están todas arregladas y el nivel de sobreprecios que se pagan para la obra pública es exorbitante, que Bonafini es insoportable y de una humilde luchadora mutó a una figura pública apañada por los Kirchner de los que se convirtió en uno de sus portavoces, que la dirigencia política y los grandes grupos económicos no son antagónicos sino que se complementan, que hay jueces a quienes les caen siempre las causas más resonantes que afectan intereses del gobierno y actúan en su beneficio, y que las cosas ahí arriba están tan podridas que de todos el único rescatable es Moreno, el secretario de Comercio, que a pesar de sus modos desagradables y de ser un cuadro de la derecha del peronismo es incorruptible, nunca se ha llevado un peso que no le correspondiera y es usado por la Presidenta como fusible para llevar sobre sus espaldas la tarea más sucia.
    Por supuesto que aquí hay un tema de credibilidad, según lo subrayan los representantes del gobierno en todos los medios y en cada discurso. Ellos aseguran que Schoklender no es confiable, que miente, y que es un ser despreciable, cuando nadie objetó su asociación con Madres durante dieciséis años. Pero si se trata de un tema de confiabilidad ¿debo creerle a Bonafini?, ¿a Randazzo?, ¿a Aníbal Fernández?, ¿a Rossi?, a Pichetto?, ¿a Boudou?, ¿a Garré? ¿O puedo oír la voz de un desplazado, independientemente del grado de simpatía que me produzca, de un arrancado del núcleo del poder de un gobierno lleno de fisuras, y tratar de relacionar sus juicios con los hechos de observación diaria, y el conocimiento de la vida que mis sesenta y un años de vida en Argentina me ha dado?
    La ofensiva del gobierno parece imparable, pero en su afán de hegemonía, por impunidad,  está cometiendo errores de estrategia política que comprometen el horizonte de todos los argentinos e hipotecan la estabilidad del mismo gobierno. Sus prácticas son violentas y burdas, y quienes se convierten en víctimas de ellas sabrán imponer gradualmente su resistencia. Mientras tanto, que la política siga por sus senderos oscuros y tenebrosos, mientras los discursos grandilocuentes se propagan diariamente para la gilada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario