viernes, 6 de enero de 2012

Pilar ¿viste?


Por suerte la Presidenta ha salido bien de su operación y estará de alta en las próximas horas. Aún siguen familias enteras con sus niños y bebés de pecho y miembros del Movimiento Evita en sus carpas con sus banderas coloridas dándole apoyo a Cristina, a pesar de las altas temperaturas (hoy el termómetro llegó a las 38°C), y las incomodidades que implican las carpas, la falta de baños y de agua para refrescarse, pero así es el Movimiento para sus líderes auténticos, fiel y sacrificado. He oído sin embargo, críticas injustas a la Presidenta por haberse operado en el Hospital Austral, uno de los más grandes y complejos hospitales del país, ubicado en una de las zonas de mayor poder adquisitivo, construido por Pérez Companc calificado por Forbes como la persona más rica de Argentina y uno de los más conspicuos millonarios del mundo, perteneciente sin duda alguna al Opus Dei, rama ultraconservadora del catolicismo, que para el ingreso de su personal evalúa sus méritos como católico practicante, institución privada que atiende las más caras empresas de Medicina prepaga y que califica según los mayores estándares de calidad médica. Creo que las críticas son injustas. Es indudable que la salud de la Presidenta no es moco de pavo y que no puede dejarse nada librado al azar. Por ejemplo que no haya agua en el baño, o que aparezca una cucaracha o dos corriendo debajo de la cama como para poner nerviosa a la Señora que es muy buena pero que hay que ver como se pone a veces, o algo peor, que haya que hacer con cierta urgencia un análisis de orina  a las dos de la mañana y no haya nadie en el laboratorio, o que se corte la luz y o deje de andar el aire acondicionado o el ventilador, o que el día de la operación se suspenda la intervención porque los anestesistas están de huelga, o no haya gasas o falten suficientes guantes estériles o sutura, o el jefe esté de vacaciones y el que debe operar en esas circunstancias es el jefe y no un residente de primer año que después de todo tiene todo el derecho a hacerse la mano pero uno no debe correr demasiados riesgos, o al menos eso es lo que debe pensar La Cámpora y más aún Abal Medina que si antes del diagnóstico fumaba noventa cigarrillos por día ahora habrá triplicado esa cifra por lo cual es seguro que en pocos años lo tenemos a él, aunque no esté entonces en ningún gobierno, internado en el Austral u otra institución de semejante jerarquía con un cáncer de pulmón, o lo que es dramático, suponiendo que se remonten todas esas dificultades, supongamos que durante la cirugía el jefe que volvió de sus vacaciones y está operando a la Presidenta extrae la glándula tiroides del cuello abierto de la señora que menos mal que está dormida porque si no nos echa a todos y nos manda a la puta madre que nos parió y se le ocurre al jefe cirujano pedir una biopsia por congelación para ver si hay que seguir operando o todo termina ahí y la enfermera le pregunta al cirujano “¿lo qué?” y el jefe indignado de tanta ignorancia debe repetir la consigna cuchicheando tratando que Máximo Kirchner, presente en el quirófano, no oiga tantas barbaridades, y el residente de segundo que fue corriendo hasta Patología vuelve sin aliento dando la mala noticia que no hay reactivos para las tinciones a pesar que fueron reclamadas en la reunión del CATA del hospital hace dos semanas. Con todas estas realidades en la mano, es una auténtica locura hacer operar a la Señora Presidenta en un Hospital Público por tratarse, nada menos, que de la conductora de un Gobierno Nacional y Popular que cuida los intereses de todos los ciudadanos. Pero la realidad indica que todos los ciudadanos deben seguir haciendo colas durante toda la noche para atenderse al día siguiente en el hospital o viajar trescientos kilómetros para ser atendidos fuera de su provincia porque a pesar de todo los hospitales de la capital son superiores a los de las provincias, figurese. Todo eso está bien para la gente común, incluso esas personas que pasan tantas horas en su carpas recalentadas a 38°C velando por la salud de la presidenta con los carteles y las banderas de colores y la silueta de Evita detrás. Todo eso está bien para la gente común, pero con la Presidenta, como con Perón, no se jode viejo.

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