El
gobierno de los Kirchner está acabado. La descomposición social que se vive en
la Argentina es el reflejo de la descomposición estructural del gobierno. A la
división de los argentinos, pacientemente promovida por los Kirchner con su
permanente diatriba en contra de los críticos del gobierno, desde Clarín ,
exponente acabado de la “Corpo mediática”, pasando por los opositores, como
Lilita Carrió calificada una y otra vez de demente, pasando por periodistas no
genuflexos o comprados, encolumnados tras Lanata, en su función de destapadores
de entuertos, y alcanzando hasta los
ciudadanos que por H o por B rechazaron medidas del gobierno hasta convertirlos
en “gorilas de Recoleta” merecedores de cepos cambiarios, víctimas de cortes
prolongados de luz para que aprendan lo que es vivir como pobres, y desprecios
mediáticos lanzados por “artistas populares” tipo Fito Páez, que desprecia a los porteños aunque vive en la gran aldea y
saca provecho de sus beneficios relativos, entre otros, monumentales cachets
por shows “militantes”.
La larga lista de funcionarios
despreciables, sin que se pretenda por cuestiones de espacio ser exhaustivo, es
encabezada por la pareja presidencial, incluido el finado ex presidente,
considerado, por antiguos compañeros de ruta, ej, Alberto Fernández, y por
kirchneristas avergonzados ante tanto dislate indisimulable a pesar de
intrincada dialéctica, como creador inmaculado del “modelo”: es enorme la
evidencia de la complicidad de Néstor Kirchner con su socio Lázaro Báez en la derivación
de dinero del estado hacia los bolsillos de los Kirchner a través de burdas
maniobras de envíos a paraísos fiscales del exterior y “cobros” de falsos
alquileres de hoteles vacíos en el sur del país. Es vergonzoso el
enriquecimiento de los Kirchner durante su función pública tanto en Santa Cruz (
modelo primario de su práctica de gobierno) como en la Nación.
Es indisimulable la responsabilidad de
corrupción en los manejos de las cuestiones públicas del aún vicepresidente
Boudou, procesado en la causa Ciccone, elegido como leal por Cristina para
enmendar errores de su marido por la elección de otro vicepresidente que
resultó “sucio traidor” al vetar la propuesta kirchnerista de las retenciones
al campo.
Es tragicómica la figura de un personaje
como Aníbal Fernández, eterno defensor de causas oficialistas indefendibles, ya
apartado de la escena público por agotamiento de sus recursos defensivos,
sospechado de estrecha relación con el narcotráfico .
Son lamentables las figuras de los legisladores Rossi y Pichetto,
éste último declaradamente hastiado de tanta hipocresía, al encabezar las
embestidas de los proyectos trasnochados de los Kirchner en el congreso, que en
más de una oportunidad, y pese a todas las posibilidades en contra, lanzados
por la prepotencia del poder K, debieron reservarse encajonados para mejor
ocasión , como la increíble ley de “democratización de la justicia”, que
toscamente pretendía designar únicamente jueces adictos al gobierno, dado que
los acólitos aislados, como Zaffaroni, no resultaban totalmente funcionales al
gobierno.
Es incalificable la conducta de De Vido,
superministro de planificación, compañero de ruta de los Kirchner desde los
inicios de su gestión en Santa Cruz, responsable directo de áreas vitales del
gobierno, entre las que se destacan la obras pública, nido de corrupción atroz
en la era kirchnerista y fuente de la riqueza inmensa de la pareja
presidencial, y de la energía, cuestión pendiente en la Argentina que ha
gastado, sólo desde enero hasta agosto de 2013, 5800 millones de dólares en petróleo,
mientras YPF-Repsol, es graciosamente “expropiada” a los españoles en una
ataque de bravuconada del ahora ministro de economía Axell Kicillof, que
implica ahora un resarcimiento millonario como condición para negociar con los organismos
de financiamiento internacionales a los que Argentina debe recurrir
(“liberación o dependencia” aparte), por la crisis irrefrenable de la economía.
De Vido también es responsable principal del parque eléctrico de la Nación
aunque pretenda endilgarle a las empresas contratadas la totalidad de la culpa
por el colapso en el que el país, y especialmente el área metropolitana, la más
rica y poblada del país, cayó desde tres semanas antes del fin de año y hasta
ahora, dejando sin luz y sin agua a vastos sectores incluyendo barrios acomodados que jamás habían sufrido cortes semejantes a pesar de olas de calor
desde principios del siglo veinte. Con su consabida rápida respuesta a las
críticas, contestó, con proverbial rusticidad, que Macri, jefe del gobierno
porteño, en vez de aconsejarle cambiar el huso horario como medida de
emergencia para hacer frente a la crisis, “trabaje más horas por día”, como si
realmente De Vido fuera el gran trabajador peronista que se desvive por el
rendimiento de sus logros.
Otra de las vergüenzas kirchneristas,
graciosamente calificado como “patriota” por muchos pensadores K, es el matón
Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior, figura desplazada después
de miles de cuestionamientos inalcanzables a una presidenta
ciega y sorda, incondicional defensor del “modelo” con revólver en mano para
negociar con los empresarios, cómplice de la prohibición de la compra de
moneda extranjera, y caprichoso mandamás para el otorgamiento de permisos de
importación, responsable directo de la parálisis de varias ramas de la
industria por esta vía y aún de insumos médicos indispensables para la salud.
En este recorrido, la nota reciente ha sido
protagonizada por otro emblemático representante del gobierno argentino actual,
el responsable de la AFIP Ricardo Echegaray, sabueso del gobierno, especialista
en alimentar la voraz máquina argentina de los tributos, que devora los
ingresos de los ciudadanos comunes de sueldos miserables, arremete los salarios
con un bajo mínimo no imponible desnaturalizando su esencia y sometiendo al
trabajador común a más horas de trabajo y mayores responsabilidades por igual
sueldo, y, especialmente, es usada en contra de todo aquel que pretenda
mínimamente cuestionar procederes del gobierno, es decir, a la manera de un arma extorsiva que obliga al silencio con la amenaza de los perros de la AFIP
que harían a uno quebrar sus finanzas o parar en la cárcel por evasor, lo sea o
no lo sea. Descubierto en Río de Janeiro, donde había llegado en la primera
clase de Emirates Airlines, y hospedado en un hotel de 990 dólares por noche,
para pasar el fin de año con su familia, y el despachante aduanero Lambiris con
su hijo, asistió pasivamente a la paliza que sus guardaespaldas le propinaron a
un grupo de periodistas de TN que lo interrogaban, después de preguntarle sobre
la disponibilidad de dólares que había obtenido para su viaje a diferencia de los ciudadanos
comunes que aún solventes no pueden adquirirlos en su país, y si confirmaba
haber viajado en primera en una línea aérea extranjera prohibitiva para los bolsillos
de los trabajadores, aconsejados públicamente
por él mismo a utilizar la línea de bandera, expropiada a los españoles, por la
que se pagan 500 millones de dólares anuales en su mantenimiento.
Pero la perla está dedicada a la señora
Presidenta, aislada y en silencio allí lejos, en su “lugar en el mundo”, en un Calafate
frío que no conoce olas de calor prolongadas que ponen al descubierto el
desinterés por la cosa pública, como la energía, la electricidad, la provisión
de agua, el transporte público que aumentó 66% en el fin de año. Ella, fría y
distante, siempre justificada por sabios nacionales y populares que son los
únicos que saben interpretar la dialéctica, despreciar las
insignificancias de las conductas de los circunstanciales protagonistas de la
Historia, por supuesto llenos de debilidades y flaquezas, frente a los grandes
movimientos históricos revolucionarios que los demás no vemos, seguramente
influenciados por nuestros intereses de clase o el sucio dinero de la “corpo
mediática”. La Señora reposa, y se restablece de una penosa afección
neurológica que la mantiene temporariamente alejada de las nimiedades
cotidianas de los ciudadanos, como los cortes de energía eléctrica y el agua,
producto de la caprichosa naturaleza y la desinversión de los gobiernos
anteriores que dejaron el poder apenas diez años atrás. Mientras tanto, el hijo
Máximo, conductor de una brillante juventud revolucionaria bautizada “La
Cámpora”, inteligente como aquellos Montoneros (pero más prudentes y sabios),
sentencia que “acá no pasa nada. Tenemos que llegar hasta mitad de año, cuando
empiece el mundial y la gente se olvide de todo. Aparte, Randazzo traerá en
abril el primer tren importado de China para el Sarmiento, para que no hablen
más los contras, entre los que se encuentran infiltrados entre los padres de
algunos muertos de la tragedia de Once”.
Esta es la gente que nos gobierna. En ella
descansa nuestro porvenir y el de nuestros hijos, sin contar nuestras
necesidades rutinarias básicas en salud, vestido, alimentación, educación y
realización como personas de esta época. Se habla de la “década ganada”, como
del triunfo de los Kirchner y su política. Época de ganancias sin duda, pero no
para la Historia, sino para las cajas particulares de los responsables del
saqueo del bien generado por los trabajadores. El “modelo” y sus hacedores
están acabados y asistimos diariamente a su derrumbe. Basta para comprobarlo
asistir a las diarias conferencias de prensa del jefe de gabinete Capitanich. No creo en un Dios ante quien
deberán rendir cuentas, sino en una justicia independiente que los meta de por
vida en la cárcel. De una justicia que funcione a pesar de los intentos
desesperados de quitarse responsabilidades, como el proyecto de reforma del código civil
aprobado por una lamentable cámara de diputados. Se habla aún de “década ganada”
cuando se han puesto en juego las libertades básicas de los argentinos y se ha
expoliado las arcas públicas con soberbia y prepotencia. No se trata de luces y
sombras porque las primeras se han apagado hace mucho tiempo. Se trata sólo de
sombras y sombras.