sábado, 2 de junio de 2012

El precio de la inexperiencia


Cuando era niño creía que el mundo era manejado por gente muy importante. Se me hacía que la complejidad de lo externo requería personas adultas muy capacitadas para manejar los hilos de la realidad cotidiana, y, por supuesto, veía a los dirigentes absolutamente superiores, alejados de la tierra en la que yo, mi familia entera, mi barrio, y la gente de mi escuela nos desenvolvíamos. Muchos años más tarde, creo que con la asunción de Isabel Perón al gobierno, tuve, por vez primera, la convicción que en el poder puede estar cualquiera, aún con la menor de las habilidades, y que los discursos y las acciones de los dirigentes pueden ser defectuosos, errados e ineficientes. Desde entonces siempre constaté que mi descubrimiento fue acertado, y que es la excepción, y no la regla, que quienes conducen, son los más capacitados para hacerlo. Suben simplemente los que están ahí en el momento oportuno. Y así van las cosas y se desenvuelve la Historia. Asimismo, mi fantasía infantil, alimentada por las lecturas, el cine y la televisión, incorporaba como lúdicas las historias de la policía y los ladrones, ubicando estas categorías en el plano de las abstracciones. Pasarían años hasta constatar que los ladrones existían en la calle y podían arrebatarme mis cosas y hasta mi vida con un revólver verdadero de metal cargado con balas de plomo y no con cebita. Paralelamente, también incorporaría que los funcionarios que aparecían entonces (no ahora, claro), como señores importantes y serios, podían y solían robar, es decir, apropiarse del dinero y hasta del destino de los otros desde las alturas del poder. En este momento de mi vida veo absolutamente natural el desfile de incapaces y ladrones en los gobiernos sucesivos de mi país, pero con las variantes que la evolución del tiempo siempre trae: en este caso, el agregado de lo burdo y lo descarado. Siempre se ha robado, según he aprendido de la Historia, pero ahora se hace sin reparos, a cara descubierta, mofándose del perjudicado, tratando de confundirlo en su percepción. ¿Yo te robé? ¡estás loco! ¡esta es una campaña contra mi reputación! ¡me querés ensuciar! ¡siempre ha sido así en la Historia! ¿qué no tenés la plata que llevabas? ¡yo qué sé dónde la pusiste!¡sí, debés vivir en Ganímides!¡esta plata es mía!¡y la tengo en la mano, no en el bolsillo porque se me antoja!¡mirá que te voy a robar a vos que no tenés un peso!¡por favor!¡a mí no me encontrarás nada!¡no podrás mancharme!¡lo tuyo es un verso!.
    Las cosas resultaron ser muchos más simples y dolorosas de lo que parecían. Como que se pudiera pagar para conseguir un favor político. Por ejemplo, coimear a un legislador de la oposición simplemente para aflojar un quorum trabado a fin de sacar una ley que exige el poder ejecutivo para recibir más efectivo para sus arcas vacías porque la situación económica es un tembladeral y no se sabe cómo hacer para obtener más dinero sin imprimir tanto, y nuestras imprentas no pueden imprimir dólares por una absurda decisión del gobierno de los Estados Unidos que se cree el dueño del mundo. Las coimas en el poder legislativo no son un invento de Fernando de la Rúa que era muy ambicioso pero no tenía las luces suficientes como abrir caminos. Lo cierto es que se siguen practicando aún durante los gobiernos nacionales y populares y cuando los modelos se van profundizando en el contexto de las fiestas de los negocios de los hombres (y mujeres) ejemplares del Gobierno, que acumulan ganancias inéditas e increíbles durante sus gestiones y que caen siempre bien parados aunque no tengan tiempo de quitarse los antifaces de ladrones, haciendo desplazar Procuradores, jueces y fiscales, en revuelos armados en la soledad de las usinas malignas de lascorporacionesmediaticasqueyaconocemosclarinmientemagnetodominavivimosenmediodeunacampañadesestabilizadoraporlosenemigosdelpuebloqueprtendenquevolvamosasercoloniaydesconocenqueesteesunnuevomodelorevolucionarioconducidoporunabrillanteysacrificadacompañeraquequedaraenlahistoriacomolasucesoradeevitaquesiexistieraseríamontoneraykirchneristamasprecisamentedelacamporaenemigosquemiententodoeltiempoinventandohistoriascomolasdenuestrovicepresidentequeesunejemplodeabnegacionyhonestidadysobremorenoqueesunpatriotaqueluchadenodadamentepornuestraindependenciaylacamporaqueeslajuventudrevolucionariaenamoradadelproyectodeelquedioslotengaenlagloriayquedaracomoelmayorpatriotadetodoslostiempos.
    Al “principal” dirigente de “La Cámpora” de la provincia de Buenos Aires, vicepresidente primero de la Cámara de Diputados José Ottavis, amigo de Mariotto (con lo que queda todo dicho), ex duhaldista, activo impulsor de las leyes recientemente aprobadas en la legislatura bonaerense para aumentar los impuestos del campo y lograr el revalúo de las tierras para que la Casa Rosada perciba frescos recursos en nombre de bienes personales y gananciales, se lo expuso in fraganti manteniendo una comunicación de mensajes por celular con una de sus colegas en el recinto."150mil x cabeza ofrecen a los diputados de la opo, según palabras de Valeria Arata. Se está corriendo eso…" quedó grabado en la cámara de Clarínmiente que con teleobjetivo metió sus narices en el celu del brillante cuadro José Ottavis, “dirigente maravilloso, un cuadro, un gran trabajador, pongo las manos en el fuego por él”, según Juan de Jesús, jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, quien agregó: “lo hicieron para demonizar a los jóvenes”. No obstante el ostracismo que los caracteriza y la inquina contra los medios de los dirigentes kirchneristas y en especial de los de “la Cámpora”, Ottavis quiso aclarar las cosas, y tuvo ayer a la mañana, curiosamente en el programa del relator Victor Hugo Morales, y sólo en ese programa, tiempo de sobra para hacer su descargo. Con un discurso débil y poco convincente aceptó haber recibido ese mensaje pero modificó levemente su respuesta: “Bueno chicos no repitamos esas cosas y cuando se las dicen me las dicen a mí personalmente” corrigiendo empecinadamente  la versión previa de Clarínmiente: “Bueno chicos, no contesten más cosas y cuidado”. Ottavis subrayó “hay mala leche por parte de algunos medios. Tiene que ver con ensuciar a La Cámpora”, y “No somos corruptos y queremos cambiar la realidad”.
    Dicen que Ottavis es el más peronista de los jóvenes brillantes de “La Cámpora” (que en su mayoría parece provenir de las izquierdas universitarias y si no mírenlo a Kicillof que recuerda a un chico de un centro de estudiantes), que puede que no tenga gente demasiado brillante a juzgar por los dichos y acciones de sus representantes más conocidos. Sin embargo, viejos políticos peronistas curtidos en las lides legislativas, o, dicho de otro modo, viejos zorros del desierto, como Cafiero, Manzano, Grosso, Figueroa, Eduardo Menem,  Pierri, Corach, Bauzá entre otros, indignados por tantos desatinos, aleccionarían a la Presidenta: “Eso le pasa, Señora, por meterse con pibes inexpertos…”

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