miércoles, 30 de mayo de 2012

Entre monigotes y perfeccionistas


El universo de los funcionarios y demás políticos de Argentina ofrece un escenario lamentable donde permanentemente hacen su aparición monigotes de todas las características que no son graciosos por ser tan ridículos y no alegran porque con sus acciones y omisiones son responsables de la construcción de la vida cotidiana de quienes vivimos en este país. Podríamos ir de arriba hacia abajo o viceversa y tendríamos páginas y páginas que llenar con anécdotas, discursos, historias y vivencias de los personeros oficialistas y los de la “oposición”, pequeños atorrantes (lo de pequeños por su baja estatura de personas) que satisfechos de sus vidas de privilegio juegan con los destinos de la Nación en un sentido amplio, pero con el bolsillo, la calidad del trabajo, la salud, la vida o la muerte, el destino de nuestros hijos, y nuestra libertad de ciudadanos en un sentido más concreto. Una Presidente altiva a la que se le caen los anillos de oro en el camino, empecinada en lograr sus caprichos rodeada de una corte de inservibles que sólo son útiles para aplaudirla, mientras niega las posibilidades de discutir sus ideas aún con su propio gabinete (no existen las reuniones de gabinete en los gobiernos kirchneristas) y de brindarse, como es su deber, a la publicidad de sus actos (de ahí lo de “queremos preguntar”). Que no tiene capacidad para elegir segundos que al menos con alguna aureola jerarquicen el gobierno al que pertenecen. Que carece de escrúpulos para defender a truhanes que descaradamente hacen sus negocios millonarios haciendo saltar Procuradores Generales, jueces y fiscales que investigan ilícitos enormes como elefantes. Que comete la irresponsabilidad de tener como mano derecha para los destinos económicos de la Nación a rufianes que carecen de la mínima capacitación en el tema, y que improvisando diariamente manejan el comercio, la balanza comercial y la moneda, como lo haría un marido bruto y machista con una esposa tonta y sumisa. Hoy en Argentina, en un atentado directo a las libertades públicas ningún ciudadano puede comprar un solo dólar oficial por las restricciones de la AFIP, mientras que el resultado obtenido con tal descabellada medida es el aumento de la brecha con el dólar paralelo hasta cerca de 40%. Desde la Presidenta hasta los funcionarios serviles y el coro de periodistasrepetidoresoficiales, llámense operadores ( a sueldo o por convicción rasante) se explica que ellos manejan el timón para el 89% de la población que jamás ha visto un dólar, mientras que el 11% restante (más de tres millones y medio de personas), seguramente con no menos de dos personas a su cargo en promedio (es decir más del 30% de la población), conoce el dólar, pero no el que viene en valijas llenas desde el exterior para pagar campañas como las de Antonini Wilson, ni los tres millones y medio como los de la Presidenta depositados en una cuenta de ahorro según declaración de bienes del año 2011, sino esos poquitos dólares que sirven para comprar una casa, una moto importada, un repuesto de auto, un saxofón norteamericano, un viaje a Méjico, o sólo para ahorrar, o “atesorar” como suelen llamarlo despectivamente, todos vicios deplorables de la desestabilizadora clase media argentina según los ojos oficialistas. Y entonces sale un ser impresentable de bigotes gruesos, maquillado como marioneta, papel que cumple a la perfección, con antecedentes de haberse escapado en el baúl de un auto por robo durante su intendencia en una populosa ciudad del conurbano, especialista en defender lo indefendible, y declara, suelto de cuerpo,  “los argentinos debemos acostumbrarnos a pensar en pesos”, atribuyendo el desdoblamiento del cambio a caprichos culturales de una minoría malcriada que pretende arruinar el “modelo” que tantos frutos ha dado. Haciendo gala de su habilidad embaucadora frente a periodistas que no se atreven a esgrimir otros argumentos para reafirmar que los argentinos no tienen por qué buscar dólares en vez de pesos, como si el Señor fuera quien dispone de la voluntad de los ciudadanos, como si él comprara las propiedades en pesos en un mercado que por siempre operó en dólares, como si la gente fuera tan estúpida e ignorara que hubo argentinos que perdieron lo poco que tenían alguna vez en la Historia reciente por estas cuestiones del dólar volador frente a los enunciados de los funcionarios de turno (“el que apuesta al dólar pierde”),  desconociendo descaradamente que el precio del dólar es una consecuencia, no la causa de la crisis progresiva de la economía argentina, y que todos ahorrarían en pesos si es que no existiera una inflación entre 25 y 30% anual que licua los sueldos según nos enseñan los supermercados todos los meses, salvo a los que creen en los vergonzosos números del INDEC, defendidos a rajatabla por los salvadores de la Patria. Todo el día suenan los anuncios oficiales de bonanzas no reconocidas por “las corporaciones” fantasmas que parecen ser responsables de todos los males en un país de maravilla. Sin embargo, la avidez del Gobierno por no perder un solo dólar es sintomático. La impresión de billetes (por la ex Ciccone calcográfica salvada curiosamente por el vicepresidente Boudou) no tiene freno: en los cajeros automáticos salen flamantes y calientes como panchos. La obra pública en la provincia y los municipios está totalmente parada. Los gobernadores de las provincias, azuzados por el Gobierno, aumentan los impuestos inmobiliarios para incrementar la recaudación y aliviar las arcas exhaustas de las gobernaciones, y a la vez reevaluar las alícuotas del campo para que el Gobierno Nacional cobre un monumental incremento en concepto de bienes personales, castigando a los pequeños y medianos productores ya jaqueados por las sequías y las inundaciones de la última campaña, y si no basta con mirar a la provincia de Buenos Aires, a punto de ser castigada con un decreto de Scioli quien tendrá buena imagen para los estadísticos pero que muestra claramente la hilacha para lo que vendrá en el caso improbable que reemplace a su Reina. Está pendiente el quorum, hasta ahora pospuesto, para que el parlamento bonaerense discuta el proyecto Kirchner-Scioli, pero ya la oposición, (Radicalismo, Frente Amplio Progresista), haciendo gala de su habitual carencia de habilidad política, está negociando fervientemente la posibilidad de permitir el decretazo del Gobierno para el impuesto inmobiliario, y la pospuesta para discutir a la larga un revalúo fiscal escalonado, favoreciendo a Scioli pero no a Cristina, en lo inmediato, claro.
    Frente a este panorama político revistado a vista de pájaro, corresponde ahora analizar el papel de sus observadores naturales de los hechos cotidianos y su capacidad para reflejarlos en la comunidad, los periodistas. Un punto de inflexión en el escenario periodístico fue el programa de Lanata donde unos cien periodistas reconocidos por sus honestidad e independencia unieron sus voces para reclamar “queremos preguntar”, aludiendo al silencio permanente del Gobierno frente al periodismo no kirchnerista que es despreciado sin pausa desde las usinas de la Casa Rosada, transmitiendo juicios descalificadores a través de todos sus ministros, y de los “periodistas” e “intelectuales” adictos , muchos de ellos a sueldo, a través de la radio (en algunos programas de Continental por ejemplo) y la televisión (paradigmáticamente con el programa “Seis, siete, ocho”, ejemplo de servilismo y anencefalia). A partir de ese histórico programa que dejó desnudo al Gobierno en su prepotencia y sordera, se sucedieron múltiples manifestaciones esperables, como los improperios de “Seis, siete y ocho” y los de relatores históricos mutados en conversos kirchneristas, que hicieron de ese enorme grupo de seres pensantes, críticos y valientes, un saco de excrementos. Y otras, poco frecuentes pero cualitativamente interesantes. Una, la inesperada ausencia en ese estrado de la compañera radial matutina de la prestigiosa Magdalena Ruiz Guiñazú y de Edgardo Alfano, María O¨Donell, reciente ganadora del Martín Fierro por “mejor actuación periodística radial”, en el mismo programa de Magdalena. Con dura racionalización no exenta de verborragia (muy frecuentes en su discurso), María  decepcionó al intentar explicar su ausencia por su exigencia de “algo más que queremos preguntar”, como si esa consigna descalificara todo el reclamo necesariamente más amplio según su entender, en una postura “para mí esto no sirve” de subvaloración del esfuerzo de sus compañeros habituales de trabajo en coincidir en un reclamo absolutamente básico y claro. El otro, es el lamentable discurso en la fiesta de los Martín Fierro de Reynaldo Sietecase, galardonado por su labor periodística en Radio del Plata, quien subrayó que había que preguntar al Gobierno  “pero también a las corporaciones”, ensuciando la cancha de sus colegas y hundiéndose más al menospreciarlos en su calidad de “fiscales de la Patria”, en una lamentable diatriba confusa y deficiente que no logró definir en ninguna de los intentos posteriores de aclaración que hizo a los medios, mostrando un razonamiento obtuso y torpe.
    El sainete argentino tiene para todos los gustos. La compleja realidad se procesa en Olivos y la Rosada escamoteando los planos, ocultando verdades, ejercitando la esquizofrenia, y menospreciando la inteligencia del ciudadano, en un desfile de payasos, inmorales y atorrantes que se hacen de lo ajeno y se vanaglorian de sus actos como si fueran sublimes. La oposición, impotente y estéril, cuando debe actuar yerra una y otra vez, detrás de un Gobierno que juega con ella como el gato maula del tango, exponiéndola como a un mísero ratón. Y cuando por fin quienes tienen la obligación de reflejar la realidad, los periodistas, logran pararse frente a un poder que pretende ser omnímodo y exigirle respuestas, son salpicados por los necios que viven de órdenes y pagos regulares, de torpes que no saben donde están parados, y de perfeccionistas que se contentan con los premios de la televisión, olvidando que hay momentos en la vida en los que es imperativo jugarse en lugar de sentarse a esperar los efímeros trofeos de oro.

    

jueves, 17 de mayo de 2012

"A los enemigos...ni justicia"


Argentina está asistiendo en estos días a una embestida judicial inocultablemente gatillada por el Gobierno. Despertado de su letargo después de seis meses de sobrepasado el escenario electoral, curiosamente ahora, el Juez Oyarbide, indisimulable instrumento del kirchnerismo, dispone, en una causa por escuchas ilegales, el juicio oral y público contra Mauricio Macri, titular del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, uno de los pocos francos opositores que podrían obstaculizar, en alguna medida, el camino kirchnerista a las próximas elecciones presidenciales del 2015. 
    También ayer, el juez Oyarbide, después de citarlo a indagatoria, hace detener a Sergio Schoklender, ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo y jefe de una asociación ilícita que a través de la empresa "Meldorek" habría desviado 260000 pesos de la suma mayor de 760000 proporcionado por el Ministerio de Planificación a cargo del ministro De Vido para la construcción de viviendas económicas. Más tarde quedaron detenidos su hermano Pablo, y Alejandro Gotkin, socio de ambos. No es nada improbable que se haya concretado tal desvío y desvirtuado el  destino del dinero en beneficio de los inculpados. Lo inconcebible es que nadie más, ni la Presidente de Madres, la irascible Hebe de Bonafide, responsable fundamental de la asociación y, al menos, partícipe solidaria del ilícito, ni ningún integrante del Ministerio de Planificación que debía auditar el destino de los fondos están siquiera imputados. 
    Hace pocos días, en la causa Ciccone calcográfica, donde está involucrado, aunque aún no procesado, el vicepresidente Boudou por “negociaciones incompatibles” y ”lavado de dinero” la Cámara removió al juez de la causa Rafecas según había sido previsto por quienes seguimos con atención los hechos cotidianos de nuestra política. En una escalada de ataque defensivo, Boudou, escudado por la Presidenta, embistió contra el Procurador Esteban Righi, jefe de los fiscales, y lo presionó para renunciar, tras iniciarle una cusa por tráfico de influencias, mientras Cristina propuso inmediatamente en su reemplazo a uno de sus obedientes delfines, Daniel Reposo, quien, luego se constató, había fraguado datos de su curriculum para presentarse al cargo. Asimismo, desde este mismo blog, se previó que era inminente la remoción del fiscal Rívolo, motor de esa causa, y responsable del allanamiento de un departamento de Boudou sito en Puerto Madero, donde se hallaron pruebas que certificarían la relación entre el vicepresidente y un tal Vanderbroele, monotributista titular de Ciccone, acusado por su propia esposa de ser testaferro de Boudou. El nuevo juez de la causa Ciccone, Ariel Lijo, en el día de ayer cumplió con ese cometido, desplazando a Rívolo de la investigación y designando en su reemplazo al fiscal Jorge Di Lello, peronista declarado, con antecedentes de prisión en los setenta por actividades subversivas, y ferviente defensor del “modelo”. Di Lello es el fiscal de la causa Boudou contra Righi, y también el de una reciente causa contra Boudou sobre “enriquecimiento ilícito” elevado por dos particulares. En una jugada de salón, el juez Lijo unificó las causas Ciccone y la de enriquecimiento ilícito dejando a Di Lello como fiscal y desplazando elegantemente a Rívolo, con la satisfacción del kirchnerismo.
    Por otra parte, una vez más, y en pleno gobierno democrático, se implanta en Argentina una medida que atenta directamente contra las libertades individuales, y después de pocos días de haberse promulgado leyes increíblemente liberales como las de género, que permiten que cualquier individuo se declare según el sexo que desee, o la de divorcio que hacen que baste la decisión de uno sólo de los cónyuges par efectivizar la demanda, o la de muerte digna que legaliza la decisión del paciente para determinar el cese de la asistencia artificial de la vida, a la manera de una mano de cal y otra de arena, probablemente no casual: un ciudadano común, aunque demuestre claramente el origen de sus ingresos, sin ninguna pauta que lo encuadre, está absolutamente invalidado para la compra de tan siquiera un solo dólar estadounidense o cualquier otra moneda extranjera. A la limitación caprichosa, tampoco regulada, de los últimos meses, que limitaba la adquisición hasta un cierto monto, generalmente insignificante, se agrega ahora una definitiva negativa a la decisión de un ciudadano de hacerse de moneda extranjera para viajar, comprar un inmueble o simplemente ahorrar en una moneda más confiable que la suya. 
    La necesidad de caja del Gobierno, situación a la que ha llegado por su propia responsabilidad, no se ha limitado al control salvaje de las importaciones que ha frenado la economía y llevado aún a la recesión, sino que lo ha extendido a la suba de los impuestos en varias provincias incluyendo la de Buenos Aires. Allí ha desatado una guerra la gobernación de Scioli, que pretende que la Legislatura apruebe un proyecto de reforma impositiva y reevaluación de los campos, que incrementará hasta un 300% el impuesto inmobiliario y presionará a los propietarios al pago de bienes personales por montos elevadísimos que sólo podrán ser resistidos por los grandes pools de siembra, hundiendo a miles de pequeños propietarios y arrendatarios. La maniobra, claramente advertida por los ruralistas, no expresa sólo la necesidad de Scioli de hacerse de efectivo, sino la del Gobierno Nacional de abastecer sus arcas exhaustas, al decir que el “virrey Scioli recauda para la reina Cristina”.
    Y como sobre llovido, mojado, los ciudadanos de Buenos Aires y sus alrededores viven conmocionados por el paro de los subtes por 36 horas en demanda de mejoras salariales, hecho que ha transformado la ciudad en un caos de tránsito y las condiciones de los viajes de los usuarios, generalmente malas y riesgosas, en pésimas por falta de medios de transporte alternativos que satisfagan la demanda. El Gobierno Nacional, responsable principal del pésimo sistema de transportes según lo prueban el calamitoso estado de los trenes (recordar la reciente tragedia de Once) y los subtes, tira los cargos contra el Gobierno de la Ciudad que no convence con sus argumentos según una realidad que muestra a una Buenos Aires, otrora “Reina del Plata”, convertida en una ciudad sucia, llena de mendigos, con calles y veredas descuidadas, insegura y decadente.
    Los ojos kirchneristas no ven más que bonanza y logros revolucionarios a cada paso, gestas patrióticas y avances inéditos. Un dulce sueño que apenas es conmovido por los ataques de los enemigos de las corporaciones que a través de la prensa cipaya, las influencias de Magneto, y la acción desestabilizadora de los gorilas de siempre que no cesan en atentar contra los logros del pueblo. Se justifica que haya control de cambios, que los ciudadanos comunes no puedan comprar ni un dólar, que los que trabajan el campo paguen los impuestos más altos que nadie, que los procuradores, los jueces y los fiscales que no piensan como nosotros dejen el lugar a quienes tienen más sensibilidad y consideración por los gobiernos nacionales y populares. A veces, durante los procesos revolucionarios, se justifican algunas licencias en pos del bien común. Como decía el General: “Para los amigos todo. A los enemigos…ni justicia”. Y nosotros, mal que les pese, somos soldados de Perón, y hemos asimilado sus enseñanzas.

lunes, 14 de mayo de 2012

La última esperanza


 Recientemente, el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Gustavo Mohme, trazó hoy un panorama sombrío sobre las amenazas que vive la libertad de expresión en Argentina y opinó que la misma "excede" a los medios y periodistas y se proyecta sobre la ciudadanía. “Detrás de una deliberada confrontación contra medios como La Nación, Clarín o Perfil, subyace un proceso de limitación de las libertades ciudadanas muy serio", explicó Mohme en la apertura de sesiones de la Asamblea de Medio Año de la SIP en la ciudad española de Cádiz. “La represalia estatal se proyecta en la Argentina sobre diversos actores, como las consultoras de inflación multadas por el Gobierno”. Mohme también criticó el uso propagandístico de la estatización televisiva de hechos deportivos, como el fútbol y el automovilismo a través de plataformas de propaganda política. El directivo mencionó a "Venezuela, Nicaragua y la Argentina como países donde aumenta el número de medios oficiales, que se usan directamente como medios de propaganda, así como el abuso de la publicidad oficial". Por otra parte, el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), en su informe anual, ya había denunciado 122 ataques a la libertad de expresión en Argentina durante 2011, 17 de los cuales fueron graves. El informe señala 13 casos más que en 2010, pero 25 casos menos que en 2009. El reporte incluye seis casos de censura interna (ocurridos dentro de los propios medios de comunicación) y también “casos favorables” para la libertad de expresión, como fallos para regular la distribución de la publicidad oficial y juicios favorables para periodistas. Durante 2011, los meses con mayor cantidad de ataques fueron los de actividad electoral e incluso el mes posterior a los comicios nacionales. Así, el mes con más ataques fue noviembre (17) y tanto agosto como septiembre y octubre tuvieron 12 ataques cada uno. El principal ataque sigue siendo la agresión física/psíquica, con 37 casos. Le siguen amenazas (20) y atentados contra la propiedad o emisión, tales como el bloqueo a la circulación de diarios (17).Se detectaron 12 casos de censura, la mitad de ellos al interior de los medios.“Sin duda hay mucha más censura interna en el periodismo argentino, pero es difícil su registro. En esos casos se depende de la voluntad del periodista, o de que el caso tome estado público y por lo tanto se haga posible la intervención de Fopea sin poner en riesgo la continuidad laboral del periodista afectado”, explica en un texto de análisis Fernando Ruiz, de la Comisión Directiva de la entidad. El agresor principal de los periodistas y de los medios sigue siendo desconocido (23 casos) y sin caracterización (16). Después siguen los funcionarios municipales (10), nacionales (10) y provinciales (10). Luego activistas o sindicalistas /8) y la fuerza pública (7) al igual que propietarios de medios (7).
    Los hechos no sorprenden y el origen de la represión no puede ser ignorado cuando la Presidente en persona y el abultado coro de alcahuetes que la rodean en sus puestos de funcionarios y voceros (llámese periodistas dependientes), y en especial los grupos de choque destinados al efecto (específicamente “La Cámpora”) denostan permanentemente con los mayores agravios donde no faltan los consabidos términos “gorila”, “cipayo”, “agente de Magneto”, “cómplice de las corporaciones”, a eminentes periodistas que suelen razonar sin rigideces dogmáticas  y sin los incentivos que el dinero mal habido provocan en las lenguas demasiado largas de los charlatanes a sueldo que han decidido olvidar su prestigio y su honorabilidad, si es que de ellas alguna vez habían tenido alguna idea. La Presidenta detesta abiertamente al periodismo en una tácita falta de consideración a una de las herramientas básicas de la Democracia, la que asegura la libertad de comunicación de los ciudadanos. Y lo hace al comunicar los anuncios del Gobierno mediante cadena nacional, rodeándose de una claque sumisa y payasesca, evitando el ingreso de periodistas y evadiendo sistemáticamente las ruedas de prensa y las entrevistas públicas. Ella, y en cascada todos sus funcionarios, odian a la prensa que implica preguntas, cuestionamientos y apertura. Y la política sistemática de desprecio a los medios no se basa en una patología básica de quien dirige los destinos de la Nación, llamémosla fobia a los cuestionamientos, sino a una acción deliberada tendiente a lograr un objetivo: el de ocultar cuestiones indebidas. En este Gobierno se observa claramente, como en el de Menem, que la política oficial es un enorme escenario de negocios extraordinarios donde se amasa la fortuna de sus protagonistas, con el fondo de las liturgias engendradas en el pasado pero a estas alturas insuficientes para ocultar los desaguisados. Y allí, donde se asoman espectadores que no forman parte del gran juego está el riesgo del deschabe, del descubrimiento de lo que debe quedar tapado para asegurar la continuidad del negociado, y entonces será necesario negar lo descubierto, y tratar de mentiroso al medio osado en tal herejía (“Clarín miente”), y atacar como enemigo de la Patria a quien ose meter las narices donde no se lo ha llamado. Todo para que la Señora Cristina continúe incrementando vertiginosamente su patrimonio durante sus gobiernos, y su vicepresidente prosiga con sus negocios millonarios sin que nadie perturbe su sueño, y los amigos del poder convertidos en supermillonarios en pocos años, continúen manejando el juego y acaparando activos como emisoras de FM y televisión que estarán al servicio de la información oficial monolítica que es la más pura y verdadera. Mientras tanto, el coro de estúpidos o vivillos repiten frases consabidas que permitan que sus líderes continúen llenándose el buche mientras ellos cumplen con la militancia en el mejor de los casos o cobran sus buenos dividendos para callarse la boca o hacer todo lo contrario pero a favor del Gobierno y sus secuaces.
    En este escenario de miedos y amenazas, en un contexto de Terrorismo Informativo de Estado, la actitud de algunos periodistas argentinos es digna de admiración. En la noche del domingo próximo pasado la Argentina ha asistido a un hecho histórico quizá aún no suficientemente valorado. Jorge Lanata, uno de los exponentes más inteligentes y lúcidos de la oscura Argentina de estos días,  ha convocado a un grupo selecto de alrededor de cien profesionales del periodismo, incuestionables desde las perspectivas de sus largas trayectorias en distintos medios, su dedicación al trabajo y su capacidad para razonar sobre la actualidad, a su programa “Periodismo para todos…y para todas” que se emite en canal 13 de Buenos Aires, y al grito de “Queremos preguntar” se cuestionó el hermetismo del Gobierno y se exigió la necesidad del ejercicio del diálogo. Después de una lectura de los diez temas sobre los cuales la Presidenta nunca habla (incluyendo la inflación, su enfermedad, el caso Ciccone, etc., etc), se comenzó a oír un coro con la consigna “Queremos preguntar, queremos preguntar”, hasta que se abrió el telón de fondo e inesperadamente quedó detrás de la figura de Lanata el enorme grupo de periodistas que a modo del gran coro de un teatro lírico entonaba emocionado su consigna de liberación, en una actitud de valentía y desafío. El sentido común, pequeños cerebros de “La Cámpora”, indica que no pueden comprarse tantas voluntades de gente habitualmente tan coherente y lúcida, por lo que el argumento automático colgado de vuestras lenguas no tendrá sentido para la gente pensante como nosotros, que ya estábamos perdiendo las esperanzas. Gracias a Lanata y a esos cien periodistas presentes en el programa del domingo (cien que podrían multiplicarse por miles seguramente), que se animan a seguir pensando y a plantarse frente a un Gobierno de loros parlanchines para hacerles fuck you con sus preguntas, es que, puedo asegurarlo con convicción, aún quedan esperanzas para Argentina.

lunes, 7 de mayo de 2012

"No queremos carnaval..."


Los medios son la obsesión del gobierno kirchnerista. A las claras, su actitud de rechazo explícito y machacante a las corporaciones de medios no son ni más ni menos expresión de su lucha competitiva por hacerse de ellos y dominar así la información que llegue a los ciudadanos. Es una vieja obsesión peronista, peronista de los años cincuenta, el callar a los opositores y para ello perseguir a los críticos, denostarlos, y reemplazarlos por periodistas amigos, voceros de los que pueden dar cuenta “Página 12”, “Tiempo Argentino”, “Crónica TV”, Radio Continental, Canal Encuentro, Canal 7, y dese hace pocos días el paquete de medios C5N, AM710, y 4 emisoras de FM que Hadad vendió forzadamente (según confesó) a Cristóbal López, empresario del petróleo y del juego, creación de los Kirchner. En los cincuenta brilló en la tarea de dominio oficial hegemónico de los medios Raúl Apold, que terminó hartando a todo un país de la propaganda peronista que ocupaba todos los espacios consumiendo el oxígeno que necesitaba el resto de la población no peronista del país que gestó o festejó el derrumbe inevitable. En nuestros días los recursos tecnológicos avanzaron hasta límites insospechados, convirtiendo en obsoletos y burdos los métodos de Apold, pero sin embargo, sus logros deben ser el foco de admiración de más de cuatro funcionarios entre los que sobresale la propia Señora Presidenta. La acción del gobierno kirchnerista, nada planificada sino por el contrario basada en el día a día, variedad argentina de "lo atamo con alambre" o del "se egual", se agita con los golpes de efecto y  la propaganda asfixiante la 24 horas del día. Los discursos de la Presidente, lamentables por lo intelectualmente frágiles y declamatorios, son monólogos a la manera de representaciones teatrales con entradas concedidas a numerosos elementos rigurosamente seleccionados en recintos cerrados, con funciones específicas según sectores, tales como aclamar, entonar cánticos específicos, promover plausos y saltos, etcétera, etecétera. Asisten indefectiblemente los funcionarios de gobierno y legisladores afines, dispuestos a festejar cada ocurrencia (ninguna espontánea), aún las menos logradas de la Señora que suele actuar como verdadera monarca incuestionable, teoría abonada por la prohibición absoluta del acceso de los periodistas no kirchneristas y la de efectuar preguntas a la mandataria. Son infaltables las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, incondicionales seguidoras. Es habitual las asistencias de los intendentes y gobernadores receptores de los favores del gobierno. Es frecuente la presencia de peronistas históricos del nivel de Dante Gullo que contribuye con su simpatía al éxito permanente de las reuniones. Son habituales las invitaciones a gente del espectáculo que con su impronta popular son utilizados para llevar un poco más de agua a los molinos oficiales, léase León Gieco, Fito Páez, Víctor Heredia, Gustavo Santaolalla, Andrea del Boca, etcétera, etcétera. Y es inevitable la permanente asistencia de “La Cámpora” que domina todos los espacios y constituyen el alma de las citas frecuentes y rimbombantes, transmitidas meticulosamente por la TV oficial y muchas veces por la Cadena a todo el país, mostrando a una Presidenta que trata a todo el mundo como patrona de estancia, tuteando y mofándose, en una expresión deliberada donde se combina su carácter iracundo (como decía Raúl Alfonsín) y la demostración de que “la tienen adentro”: “ A ver vos, Miguel, levantate para que te vean y te conozcan”, “Julio, ¿dónde te metiste?”, “Bueno, che, no te enojes, era una broma” , todas ocurrencias siempre festejadas ruidosamente por la “multitud” que llega a las pantallas de los millones de usuarios del país que siente que se acerca así al poder absoluto y creciente del gobierno. Y la Presidenta deja ver detrás suyo, casualmente, la silueta de Eva del Ministerio de Salud gritando hacia el micrófono, metiendo subliminalmente la idea que quien habla es la transfiguración de la figura venerada. Pero la máxima expresión de la fidelidad y la emoción de las fiestas así convocadas están concentradas en la figura del vicepresidente, el Señor Amado Boudou, siempre exultante, ahora más que nunca al haber salido del atolladero al que los enemigos de siempre lo habían metido sin ninguna razón, acusándolo de corrupción por la participación del salvataje de la empresa ex Ciccone que en estos días justamente ha empezado a imprimir billetes para la circulación en el país, según unos contratos millonarios que quien sabe a quién o a quienes beneficiarán. Y la Presidenta deja caer así porque sí su frase “quiero hacer un último servicio al país…”, y los de “La Cámpora” empiezan a gritar, espontáneamente “No, no”, haciendo recordar a los memoriosos el famoso renunciamiento de Eva sobre la Avenida Nueve de Julio y los descamisados rogándole aceptara el cargo, todo orquestado preparando el campo par lo que se viene de inmediato, que no es como decía Estela de Carloto el tema de las mineras (que de todos modos se van a venir porque es otro negocio del que la Señora Kirchner no querrá privarse), sino el de la reforma de la Constitución que permita la reelección indefinida aprovechando la ola de poder en la que surfea el kirchnerismo. Pero todo ocurre en recintos cerrados, multiplicando imagen y sonido por millones para su difusión a cada rincón donde llega la “Televisión pública” no como antes en la Plaza de Mayo, donde se dirimían las fuerzas de los actores, allí donde podrían concurrir irrefrenablemente las fuerzas del sindicalismo enemigo, o de las izquierdas en crecimiento inquietante desde las bases laborales del ferrocarril o del subterráneo, los representantes de “Barrios de pie” desde la villa 31, los nuevos integrantes de “La Juan Domingo” nuevo movimiento creado en las cercanías de Scioli para enfrentarse a “La Cámpora” que le puso a Mariotto en el medio para estremecer sus sueños presidenciales, y que debió contraatacar con la formación de “La Kirchner”, en una sucesión peligrosa a futuro para la estabilidad política y social del país, de formaciones de apoyo, verdaderos órganos de choque, estimuladas irresponsablemente desde el Estado. Y la Presidenta saca de la galera la estatización de la YPF que ella contribuyó a vaciar, y el tema de Malvinas, a la que Alicia Castro contribuye con una bravuconada ampliamente difundida y distorsionada, y Cristina aprueba una propaganda ofensiva a modo de una mojada de oreja en un barrio de compadritos con un spot filmado en Malvinas declamando “nos entrenamos en tierra argentina”, en una estrategia diplomática de horizontes nada claros.
    Pero la Presidenta  se maneja en el mundo como una cholula que muestra a Obama en una sesión de trabajo una portada del diario Clarín donde Magneto siempre distorsiona todo, y Obama aprueba la visión conspirativa de Clarín y le da un palmada en el hombro y le dice “Cristina, que barbaridad”, y la Señora, en cada acto de esos que son difundidos a cada rincón del país donde llega la “Televisión pública”, que parece que no sólo sirve para ver el mismo partido de fútbol en 3 o  4 canales seguidos a la misma hora, habla despectivamente de los medios de las corporaciones que ella moriría por dominar, dejando caer, a su manera iracunda al decir de Alfonsín “dicen por ahí…pero bueh…”, “después dicen que yo…”, “…porque si no mañana va a aparecer por ahí…”, denotando una profunda preocupación de lo que dicen de ella los medios, quizá por la ansiedad de poseerlos de una vez, tal vez por temor a que sigan deschabando cuestiones que mejor sería ocultar.
    Pero sigue la propaganda día y noche. Y la difusión de la mentira como medio de vida como la venta de 18 cosechadoras a Angola publicitadas por Moreno, Débora Giorgi y la mismísima Presidenta al subirse a una de ellas, máquinas aún no construidas en base a un prototipo ensamblado en Entre Ríos con piezas adquiridas a proveedores que recibieron cheques voladores, y que no pudo completar más que 20 minutos de una prueba en campo. Y sobre llovido mojado para un gobierno que hace de la mentira un culto, Lanata puso al descubierto en la noche del domingo pasado, una estrategia publicitaria en la que están implicados el jefe de gabinete Abal Medina y la Ministra de Seguridad Garré, con la intervención en Twitter para instalar temas de interés para el Gobierno, con personas truchas que no existen según los nombres y direcciones expresadas y que corresponden a extranjeros que no tenían la menor de las noticias sobre la utilización que de ellos se hacía para publicitar al Gobierno.
    La Plaza de Mayo, escenario de gestas históricas ha sido desplazada a los medios por los cuales el gobierno tiene devoción. No puedo dejar de recordar los setenta, cuando irrumpieron por primera vez en esa plaza jóvenes imberbes que primero serían echados por quien, amante de las cuestiones numéricas más que ideológicas, poco antes los había convocado evocando a Mao. Luego empezarían a ser eliminados físicamente por su secretario privado, un ex comisario, brujo de profesión. Y finalmente serían diezmados por una dictadura asesina que basó su accionar en un decreto del gobierno de Isabel Perón sobre el aniquilamiento de la guerrilla. Cuando esos jóvenes abrazaron al peronismo como instrumento al socialismo, se asombraron de la liturgia peronista, y no repararon en gritar una y otra vez “No queremos carnaval. Asamblea popular”. Fue cuando los muchachos de la vieja guardia los empezaron a mirar con desconfianza.