domingo, 11 de marzo de 2012

El fracaso de los infalibles


Resultaba impresentable aún antes de ser tocado con la varita mágica de Cristina cuando lo eligió como compañero de fórmula, ante su asombro de adolescente descontrolado por tanto privilegio y la inquina de los otros postulantes que creían haber hecho méritos mayores y de muchos otros de los miembros del gabinete que lo despreciaban por variadas causas. Tenía la imagen de poco serio con su cabello al viento y su sonrisa permanente de artista del espectáculo sin obra conocida. Ya en esa época, cuando nadie se fijaba demasiado en él había chapeado su influencia de ministro de Economía para muchos trámites que le convenían, entre ellos la ayuda en tiempo meteórico para el salvataje de Ciccone Calcográfica, la imprenta destinada nada menos que a la emisión monetaria de un país, jaqueada entonces por una enorme deuda y un sinnúmero de irregularidades administrativas, contables e impositivas por las que la AFIP había demostrado  particular interés y sentido solidario. Ya vicepresidente de la Nación, y gastado en público en varias oportunidades por la Señora Presidenta quien lo acusó de “cheto” por vivir en el carísimo barrio de Puerto Madero, el mismo donde la primera Mandataria adquirió varias propiedades hace pocos meses, cometió actos impropios de su alta investidura tales como presentarse como guitarrista rockero vestido con bermudas en fiestas de oscuras características motivando la ira del enigmático y todopoderoso Máximo, el hijo heredero. Pero allí no terminó la cosa. A pesar de la maquinaria propagandística oficial transformadora de la realidad que aseguró que una operación de Clarín y La Nación estaba levantando una nueva ola de vergonzosas mentiras en contra del vicepresidente y por ende, de la Señora Cristina que lo había designado en tan alto y significativo cargo, apareció una dama desconocida que aseguró en los medios que su esposo era el testaferro de Boudou. No se sabe, claro si la Señora Laura Muñoz, la autora de la denuncia, es del riñón de Magneto, pero en el seno de la esclarecida “La Cámpora” suena fuerte esa versión, abonada por la acción del periodismo genuflexo. Pero a partir de entonces se sucedieron hechos que hicieron progresar con velocidad inusitada una causa por corrupción en la que está seriamente comprometido el primero en la sucesión del Poder Ejecutivo Nacional, amigo declarado del presidente  de la ex Ciccone Calcográfica, Alejandro Vanderbroele, esposo de Laura Muñoz. El vice Presidente  calló durante más de una semana, luego desmintió los cargos y su amistad con Vanderbroele, y pocas horas más tarde debió reconocer que había mentido en algunas cuestiones. Cuando todo hacía preveer un ineludible traumatismo con secuelas, salieron a rescatarlo, por orden de la Presidenta, algunos funcionarios, entre otros el inefable responsable de la AFIP, quien, cual consumado cantor de orquesta típica, delante de las cámaras desplegó un concierto de tango con lágrimas y todo que tenía como objetivo limpiar la imagen deteriorada del vice, muy comprometida aún para muchos funcionarios y consejeros oficialistas, algunos muy cercanos a la Presidenta que le reprocharon al oído "¿no te dije que era un boludo?"
    A pesar de tantas sospechas bien fundadas, y las claras evidencias a los ojos de la gente despierta, la causa no prosperará (como es usual). El vice Presidente tiene fueros y además es integrante de este Gobierno, y como si fuera poco, la Presidenta ha decidido defenderlo (en defensa propia). Pero como en los casos de los sobornos de Skaska, el enriquecimiento ilícito de los Kirchner, o el caso de corrupción por la construcción de viviendas por  las Madres de Plaza de Mayo en el que estaba comprometida su titular, Hebe de Bonafini,  todo se diluirá en las aguas agitadas del oficialismo, cada vez más agitadas porque todo en la vida tiene sus límites.
    Uno se preocupa ante el presente y se atemoriza por el futuro, ante la convicción que en el Gobierno se producen hechos de corrupción inocultables, que la realidad es más dura de lo que los discursos pretenden disimular, y que los dirigentes, aun los más brillantes y maravillosos se equivocan a veces, aunque más no sea para elegir a sus colaboradores.



1 comentario:

  1. ¡Me gusta!
    Nuestra realidad parece sacada de una novela conspirativa, o de ciencia ficción oscura.

    el Benjamín.

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