Se ha hecho público
mediante propaganda callejera la alianza de Gabriel Mariotto (vice gobernador
de la provincia de Buenos Aires y serruchador oficial de piso del gobernador
Scioli contratado por la Señora Presidenta), y Darío Díaz Pérez, intendente de
la populosa ciudad de Lanús del primer cordón del conurbano bonaerense. Suele
decirse que Lanús es “la cuna del peronismo” por el antecedente de ser obreros
que trabajaban en las fábricas ya desaparecidas de esa zona los que engrosaron
las filas de los descamisados que protagonizaron el 17 de octubre de 1945. Díaz
Pérez sucedió al legendario caudillo Manuel Quindimil, que comandó la región
sureña durante años, fiel seguidor de cuanto gobierno peronista se alzara con
el poder y por supuesto estrecho colaborador de los Kirchner en su tarea
expansionista pero impresentable para los nuevos tiempos que se avecinaban. Los argumentos que
utilizó Díaz Pérez para enfrentar al viejo patrón de estancia en ocasión de las
elecciones de 2007 en las que resultó victorioso por el Frente para la Victoria fueron que el estado lamentable de las calles de la ciudad, la frecuencia de las
inundaciones tras cada lluvia moderada, y la falta alarmante de sistemas
cloacales eran inconcebibles en esta época, y que estaba dispuesto a revertirlos de una vez por todas. Díaz Pérez fue uno de los interlocutores más asiduos del
gobierno nacional en los últimos años, y precisamente fue en su municipio, que
Cristina Kirchner inició su segunda etapa de gobierno con la inauguración de
una unidad sanitaria, en un gesto comprendido más exactamente en estos días.
Díaz Pérez sonaba desde hace tiempo como firme aliado de La Cámpora, y parece
ser que las elucubraciones políticas de este personaje llenan la mayor parte de
su valioso tiempo que, en realidad, debiera estar ocupado con los avatares de la ejecución de los planes de
obra pendientes desde que asumió su cargo. El negocio fabuloso de la
construcción de edificios nuevos en el centro de la ciudad ha alcanzado una
intensidad inédita, con las
consecuencias de la sobrecarga de una red cloacal insuficiente en volumen de
desagote y en extensión, dado que no llega a más de ocho cuadras a la redonda del
centro de la ciudad. Algunas calles han sido asfaltadas durante la
administración de Díaz Pérez (y ya están nuevamente rotas) pero con el extendido
de la capa asfáltica hasta cincuenta centímetros del cordón dejando las alcantarillas
en el mismo pésimo estado que estuvieron siempre, sin la profundidad y el
desnivel necesarios para el drenaje adecuado, por lo que las calles siguen
inundándose tras las lluvias de intensidad moderada. A todo esto se suma el
hecho que muchos vecinos, por el anegamiento de sus pozos ciegos dado la altura
de la primera napa (a un metro del suelo), desagotan sus inodoros directamente a la alcantarilla (ver foto actual supra correspondiente a la calle Sitio de Montevideo
al 2000), proporcionando un lamentable espectáculo, apestando con olor
desagradable barrios que están a menos de diez cuadras del centro, y exponiendo
a la población a la contaminación con flora entérica patógena.
Es indudable que las promesas y las
inauguraciones son estimulantes para los ciudadanos de un país, más aún si
están auspiciadas por la Presidenta, pero para quienes tienen que vivir y transitar
por las calles de Lanús es innegable que la alegría que genera en algunos la publicidad
de la alianza entre Mariotto y Díaz Pérez no puede ocultar que en el municipio
sureño haya olor a mierda.
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