Parece que se hubieran
puesto de acuerdo. La mediocridad de David Cameron le viene al gobierno nacional como
anillo al dedo. Enviar a Malvinas el poderoso destructor de última generación HMS
Dauntless, en un franco pavoneo típico de la piratería británica, no hace más
que favorecer el papel de Cristina Kirchner que obliga hasta a sus opositores
más acérrimos a coincidir con ella al menos en un tema. Peligros potenciales
aunque ficticios, aún los estimulados por una desacertada política exterior que
exige el diálogo con Inglaterra pero a la que enfrenta con un agresivo plan de
aglutinación de presuntos aliados, son los que animan a muchos voceros a clamar
por una Cristina eterna, dándose de narices no sólo en el campo de la ridiculez
que supone el sometimiento, sino la que exterioriza la falta de madurez
personal que anhela el imposible que algo o alguien amado perdure por siempre.
Y aún desnuda la ausencia del elemental empirismo político que enseña
claramente que el poder fatalmente se gasta, se consume como el oxígeno del
aire y se pierde como el agua entre los dedos. Para muestra basta un botón, aunque
hay varios. El tema de Famatina, con la explotación a cielo abierto con uso de
cianuro que contamina las napas y consume enormes volúmenes de agua que son más
necesarios para las poblaciones, los animales y la agricultura de La Rioja que
para el beneficio pecuniario de compañías extranjeras (Osisko, Canadá) y sus
facilitadores locales (gobierno nacional y provincial a través de EMSE, Energía
y Minerales Sociedad del Estado), pone al gobierno, y específicamente a
Cristina Kirchner que se ha mostrado partícipe del proyecto original
fotografiada en el exterior con los responsables de la compañía explotadora,
frente a la resistencia fáctica de los pobladores de Chilecito y Famatina y la opinión
crítica de todo el país. Más de diez mil personas marcharon, el 27 de enero
pasado, para manifestar su descontento, hasta la casa de gobierno de La Rioja,
sede del gobernador Beder Herrera, quien el 23 de enero había reconocido
públicamente el apoyo de la Presidenta. En los diarios de hoy, se anuncia que
la misma empresa extranjera no avanzará en el proyecto si no hay apoyo de la
sociedad, y hay señales del gobierno que intentan enfriar el conflicto. El 30
de enero el gobernador riojano ridículamente negó la relación del gobierno
nacional con el tema, la empresa ya habla de tareas de exploración y no de
explotación, y Juan José Mussi, ex mandamás de Berazategui, ascendido a Secretario
de Medio Ambiente de la Nación, después de subrayar hace diez días que “la
minería no es un demonio”, ahora guardó silencio por directivas precisas de
arriba, de los que temen que diez mil almas sienten algún precedente de desacuerdo
con la visión oficial frente a algunas casas de gobierno del país. Como si este
conflicto no bastara, eclosionó al fin la guerra larvada de los camioneros
contra el gobierno, que independientemente de los detalles del contrato vencido
de una empresa de correos privada que deja en la calle a doscientos empleados,
desata abiertamente la resistencia de los Moyano, a través de medidas de
presión directas con la especialidad que los caracteriza, ejercitados durante
mucho tiempo en beneficio de los propios Kirchner, los bloqueos de rutas y
calles, ahora contra Cristina y sus ministros, en este caso, el antiguo
interlocutor De Vido, devaluado frente a
la embestida de Moreno. La Cámpora y Cristina pretenden destronar a Hugo
Moyano, al frente de la CGT hasta mediados de este año, pero desconocen que
nadie, ni aún los trenceros de siempre que pactaron con Menem y que agradecen
orgullosos la promesas de reposicionamiento con que el gobierno endulza sus
oídos, estarían dispuestos a reemplazar a Moyano en la CGT con ese poderoso gremio
(engordado por el kirchnerismo) enfrente. Los problemas de caja, por otra
parte, tema de especial interés para los Kirchner, se puso en evidencia apenas
producida la asunción del segundo gobierno de Cristina con la medida de
eliminación de los subsidios de los servicios y los transportes, y con el
traspaso de los trenes subterráneos al área del gobierno de la ciudad. Se aguardan para marzo la efectivización de
los aumentos de 200-300% de los servicios y ya están calculados los incrementos
de los sistemas privados de salud, de las cocheras, de las expensas de los
edificios de departamentos y de transportes, y hasta el de las entradas para el
fútbol que aumentarán 25%. A todo esto, el gobierno no acepta un incremento de
salarios superior al 18% cuando las tasas reales de inflación (no las
promocionadas por el INDEC de Moreno) doblan esa cifra. Y hoy, como tiro de
gracia, la ministra Garré dispuso la separación de la Policía Federal del
control del Subte sin consensuar con el Gobierno de la Ciudad el reemplazo por
la Metropolitana incapaz de asumir ya ese compromiso, dejando expuesta a la
población a la delincuencia creciente en la ciudad, en una franca demostración
de preeminencia de las necesidades de caja y conveniencias políticas en
detrimento de la calidad de vida de los habitantes. La balanza comercial está
hoy en el centro de las preocupaciones del gobierno, quien hasta hace pocos
meses aseguraba que el país estaba blindado frente a las contingencias
internacionales, cuando la Presidenta pretendía enseñarle a los mandatarios de
otros países cómo debía manejarse la economía. La defensa de cada dólar es un
tema de estado, y para ese problema, la Señora Cristina ha concluido en la
necesidad de un superministro como Moreno capaz de controlar lo incontrolable,
poniéndolo al frente de una oficina de importación que ahoga la industria
nacional necesitada de insumos importados para asegurar la producción y la ocupación del sector ahora seriamente
amenazado.
Cuando charlatanes y obsecuentes piden la
eternidad de mandatarios que llenos de soberbia sentencian con inédita firmeza en
vez de dudar y compartir a través del diálogo y la negociación, debieran
recordar que el poder, aún el otorgado por las multitudes que también se equivocan,
se gasta, se consume, y se escurre con el tiempo como el agua entre los dedos.
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