miércoles, 1 de febrero de 2012

Como agua entre los dedos.


Parece que se hubieran puesto de acuerdo. La mediocridad de David Cameron le viene al gobierno nacional como anillo al dedo. Enviar a Malvinas el poderoso destructor de última generación HMS Dauntless, en un franco pavoneo típico de la piratería británica, no hace más que favorecer el papel de Cristina Kirchner que obliga hasta a sus opositores más acérrimos a coincidir con ella al menos en un tema. Peligros potenciales aunque ficticios, aún los estimulados por una desacertada política exterior que exige el diálogo con Inglaterra pero a la que enfrenta con un agresivo plan de aglutinación de presuntos aliados, son los que animan a muchos voceros a clamar por una Cristina eterna, dándose de narices no sólo en el campo de la ridiculez que supone el sometimiento, sino la que exterioriza la falta de madurez personal que anhela el imposible que algo o alguien amado perdure por siempre. Y aún desnuda la ausencia del elemental empirismo político que enseña claramente que el poder fatalmente se gasta, se consume como el oxígeno del aire y se pierde como el agua entre los dedos. Para muestra basta un botón, aunque hay varios. El tema de Famatina, con la explotación a cielo abierto con uso de cianuro que contamina las napas y consume enormes volúmenes de agua que son más necesarios para las poblaciones, los animales y la agricultura de La Rioja que para el beneficio pecuniario de compañías extranjeras (Osisko, Canadá) y sus facilitadores locales (gobierno nacional y provincial a través de EMSE, Energía y Minerales Sociedad del Estado), pone al gobierno, y específicamente a Cristina Kirchner que se ha mostrado partícipe del proyecto original fotografiada en el exterior con los responsables de la compañía explotadora, frente a la resistencia fáctica de los pobladores de Chilecito y Famatina y la opinión crítica de todo el país. Más de diez mil personas marcharon, el 27 de enero pasado, para manifestar su descontento, hasta la casa de gobierno de La Rioja, sede del gobernador Beder Herrera, quien el 23 de enero había reconocido públicamente el apoyo de la Presidenta. En los diarios de hoy, se anuncia que la misma empresa extranjera no avanzará en el proyecto si no hay apoyo de la sociedad, y hay señales del gobierno que intentan enfriar el conflicto. El 30 de enero el gobernador riojano ridículamente negó la relación del gobierno nacional con el tema, la empresa ya habla de tareas de exploración y no de explotación, y Juan José Mussi, ex mandamás de Berazategui, ascendido a Secretario de Medio Ambiente de la Nación, después de subrayar hace diez días que “la minería no es un demonio”, ahora guardó silencio por directivas precisas de arriba, de los que temen que diez mil almas sienten algún precedente de desacuerdo con la visión oficial frente a algunas casas de gobierno del país. Como si este conflicto no bastara, eclosionó al fin la guerra larvada de los camioneros contra el gobierno, que independientemente de los detalles del contrato vencido de una empresa de correos privada que deja en la calle a doscientos empleados, desata abiertamente la resistencia de los Moyano, a través de medidas de presión directas con la especialidad que los caracteriza, ejercitados durante mucho tiempo en beneficio de los propios Kirchner, los bloqueos de rutas y calles, ahora contra Cristina y sus ministros, en este caso, el antiguo interlocutor De Vido,  devaluado frente a la embestida de Moreno. La Cámpora y Cristina pretenden destronar a Hugo Moyano, al frente de la CGT hasta mediados de este año, pero desconocen que nadie, ni aún los trenceros de siempre que pactaron con Menem y que agradecen orgullosos la promesas de reposicionamiento con que el gobierno endulza sus oídos, estarían dispuestos a reemplazar a Moyano en la CGT con ese poderoso gremio (engordado por el kirchnerismo) enfrente. Los problemas de caja, por otra parte, tema de especial interés para los Kirchner, se puso en evidencia apenas producida la asunción del segundo gobierno de Cristina con la medida de eliminación de los subsidios de los servicios y los transportes, y con el traspaso de los trenes subterráneos al área del gobierno de la ciudad.  Se aguardan para marzo la efectivización de los aumentos de 200-300% de los servicios y ya están calculados los incrementos de los sistemas privados de salud, de las cocheras, de las expensas de los edificios de departamentos y de transportes, y hasta el de las entradas para el fútbol que aumentarán 25%. A todo esto, el gobierno no acepta un incremento de salarios superior al 18% cuando las tasas reales de inflación (no las promocionadas por el INDEC de Moreno) doblan esa cifra. Y hoy, como tiro de gracia, la ministra Garré dispuso la separación de la Policía Federal del control del Subte sin consensuar con el Gobierno de la Ciudad el reemplazo por la Metropolitana incapaz de asumir ya ese compromiso, dejando expuesta a la población a la delincuencia creciente en la ciudad, en una franca demostración de preeminencia de las necesidades de caja y conveniencias políticas en detrimento de la calidad de vida de los habitantes. La balanza comercial está hoy en el centro de las preocupaciones del gobierno, quien hasta hace pocos meses aseguraba que el país estaba blindado frente a las contingencias internacionales, cuando la Presidenta pretendía enseñarle a los mandatarios de otros países cómo debía manejarse la economía. La defensa de cada dólar es un tema de estado, y para ese problema, la Señora Cristina ha concluido en la necesidad de un superministro como Moreno capaz de controlar lo incontrolable, poniéndolo al frente de una oficina de importación que ahoga la industria nacional necesitada de insumos importados para asegurar la producción y la  ocupación del sector ahora seriamente amenazado.
    Cuando charlatanes y obsecuentes piden la eternidad de mandatarios que llenos de soberbia sentencian con inédita firmeza en vez de dudar y compartir a través del diálogo y la negociación, debieran recordar que el poder, aún el otorgado por las multitudes que también se equivocan, se gasta, se consume, y se escurre con el tiempo como el agua entre los dedos.




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