Por suerte la
Presidenta no tiene cáncer. El diagnóstico preoperatorio fue contundente,
preciso, descarnado. La Señora Cristina Fernández de Kirchner está afectada de
un carcinoma papilar de tiroides para que lo sepa todo el planeta y la
Presidenta con una entereza que le conocemos hace una reunión donde comunica a
los cuatro vientos el mal terrible que padece y asegura que lo vencerá como a
otras tantas adversidades de su vida. Y aconseja a su vicepresidente “¡Ché!
¡Ojo vos!, ¿eh?”, como una mamá autoritaria mientras los ministros que asisten
en carne viva a sus funciones le festejan a coro sus ocurrencias. “Y ahora van
a decir que soy autoritaria y hegemónica”, y se repiten las risas burlonas de
los funcionarios como si no supieran cómo se pone la Señora cuando ellos, niños
bien aplicados, no hacen lo que se les ordena, y si no miren el derrotero de
Cleto para el que también hubo un recuerdo burlón, también lógicamente
festejado con risotadas. Y desfilan los médicos especialistas comentando la
enfermedad de la Señora, y los periodistas preguntan si la Señora corre peligro
de muerte y en qué porcentaje se cura ese cáncer y si el terrible estrés de la
paciente en cuestión tendrá que ver con la génesis de su cáncer y los
especialistas puestos contra la pared, incapaces de negarlo, confirman que la
tensión nerviosa condiciona todo tipo de enfermedades, englobando también al
cáncer papilar de tiroides diagnosticado con toda precisión por dos médicos
patólogos de un laboratorio de la calle Maipú, que algunos dicen que fue el elegido
para efectuar el procedimiento preoperatorio a la Presidenta porque estaba
cerca de la residencia de Olivos. Quizás sea cierto. Y los de La Cámpora miran
con indignación a los lados como haciendo ver que esas son las consecuencias
que el periodismo y Magneto, y los demás enemigos del gobierno nacional y
popular generan en sus líderes: los enferman de cáncer para sustraerlos del
proceso revolucionario que es el destino del pueblo argentino, así como pasó
con Evita. Y se habla de este fenómeno aunque no se lo crea del todo porque el
argumento de Chávez sobre que Estados Unidos ha desarrollado la tecnología para
enfermar a los presidentes revolucionarios de Latinoamérica es demasiado burdo
aunque no tan descabellado como parece si uno lo piensa detenidamente. Y el
gobierno se enorgullece de emitir sin tapujos el diagnóstico incontrovertible
de carcinoma papilar de tiroides y enunciar cómo se hará la operación, que
equipo de brillantes profesionales realizarán la cirugía y el tratamiento
posterior, que Boudou no podrá tocar la guitarra vestido con bermudas por un
tiempo al menos mientras la Presidenta está de licencia, y será necesario
facilitar la llegada del Movimiento Evita y demás grupos kirchneristas a velar
por la salud de la Presidenta, y se colocarán cámaras estratégicamente para
detectar los mínimos movimientos dentro del hospital paquete del Opus Dei que la Presidenta, simplemente por razones de seguridad, eligió para operarse en lugar del Roffo donde también trabaja el
cirujano que dirigirá el equipo interviniente.
Y se cuentan los minutos que faltan para el inicio de la cirugía, y qué nervios
debe tener el cirujano que debe cortarle la piel del cuello de la Presidenta, a
la que habrá terminado de convencerla prometiéndole una plástica que la
embellecería aún más, y se contarán las horas que faltan para terminar la
cirugía y se especulará que está tardando media hora más que lo prometido, y la
gente pensará si el cirujano estará aún nervioso, y si sabrá de verdad sobre el
tema, y si habrá repasado a la noche en los libros de cirugía cómo se hace la
extracción segura de una glándula fofa que está ubicada entre vasos sanguíneos
que pueden sangrar ante el mínimo descuido matando a la Presidenta y entre
nervios que tienen que ver con la capacidad de hablar, y que de ser seccionados
dejarían a la paciente MUDA, ¿se imaginan? Peor que muerta para Cristina. Y finalmente
termina la operación calificada como un éxito, un nuevo éxito kirchnerista
logrado gracias a la eficiencia y seguridad de un equipo médico seleccionado
especialmente por la Presidenta y sus más allegados.
¡Ché boludo, acá no encuentro ninguna
célula maligna! ¡No jodás gil! Buscala bien. ¡Pero no está te digo! Ya hace
tres horas que lo miro y no encuentro ni una. ¡La vas a tener que encontrar!
¡Si no nos mandan a Siberia! ¡No hay ninguna, definitivamente! ¿Me estás
cargando? ¿Son boludos ustedes? Y ahora, ¿cómo se lo decimos? ¿Quée? ¿Es una
broma? ¡Imbéciles pelotudos! ¡Me hicieron operar al pedo! ¡Me va a quedar la
cicatriz toda la vida porque eso de que no se me va a notar no se lo creo a ese
pelotudo después de todo esto! ¡Pero no mamá! Los mayores imbéciles fueron los
del Maipú que metieron la pata como caballos. ¡Hijos de puta! ¡Ahora voy a
tener que tomar de por vida esas pastillas de mierda todos los días por culpa
de esa manga de inútiles! No Cristina, esperá que enciendo el cigarrillo…¿Otro
más vas a fumar? ¡Por qué no te dejás de joder con ese humo! Aparte vos no
hablés que fuiste uno de los que me aconsejó ir a ese laboratorio de mierda.
¡Inútiles!¡Inútiles! Con toda la guita que pagamos y estamos rodeados de
inservibles que hacen cagadas todo el tiempo. Pero, Cristina, tenemos que darle
vuelta el discurso, tenemos que decir que hubo un porcentaje de error y que
tuviste la suerte de caer en ese pequeño porcentaje, tiene que haber un porcentaje
de error. ¡Ché averigüen con esos dos tarados y si no saben que pregunten a un
especialista!¡Alguien que sepa tiene que ver en este país de mierda! Podríamos
consultar a algún especialista
norteamericano. ¿Vos te comerías el garrón de reconocer tácitamente que todos
metimos la gamba y que debemos caer ante el tío Sam, boludo? Ustedes hablan y
hablan pero la que puso el cogote y ahora le quedó tajeado soy yo, ¡y la que va
a tener que tomar esas pastillas de mierda también soy yo! ¿No ves que no
sirven para nada? ¡Ya lo decía él! ¡Esto lo arreglan de algún modo si no los
echo a todos a patadas en el culo! ¡Este papelón no me lo como sóla!
Existe un dos por ciento de posibilidades
que el cáncer papilar de tiroides sea sobrediagnosticado. Por suerte nuestra Presidenta cayó en ese
porcentaje ínfimo. Es vergonzoso el manejo que los medios hicieron de esta
noticia. El Gobierno no procedió de manera incorrecta de ningún modo. Sólo
faltaba que los diarios de siempre dijeran “¡Que lástima que la presidenta no
tiene cáncer”.
Se puede decir lo que quieran. Que inventó
el diagnóstico, que se informó incorrectamente, que hubiera sido mejor ser más
cautos. Pero, viejo, nunca están conformes. Lo que te puedo asegurar es que el
gobierno anunció la verdad, lo que le dijeron los patólogos, y ese era el
diagnóstico antes de la operación. Y te digo más: yo creo que el diagnóstico de
la Señora no fue un error. Te aseguro que ella tenía cáncer de tiroides. ¿Y qué
pasó? El cáncer desapareció viejo. A Cristina hay que canonizarla. Vas a ver
cuando se entere el Vaticano.
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