martes, 10 de enero de 2012

Santa Cristina


Por suerte la Presidenta no tiene cáncer. El diagnóstico preoperatorio fue contundente, preciso, descarnado. La Señora Cristina Fernández de Kirchner está afectada de un carcinoma papilar de tiroides para que lo sepa todo el planeta y la Presidenta con una entereza que le conocemos hace una reunión donde comunica a los cuatro vientos el mal terrible que padece y asegura que lo vencerá como a otras tantas adversidades de su vida. Y aconseja a su vicepresidente “¡Ché! ¡Ojo vos!, ¿eh?”, como una mamá autoritaria mientras los ministros que asisten en carne viva a sus funciones le festejan a coro sus ocurrencias. “Y ahora van a decir que soy autoritaria y hegemónica”, y se repiten las risas burlonas de los funcionarios como si no supieran cómo se pone la Señora cuando ellos, niños bien aplicados, no hacen lo que se les ordena, y si no miren el derrotero de Cleto para el que también hubo un recuerdo burlón, también lógicamente festejado con risotadas. Y desfilan los médicos especialistas comentando la enfermedad de la Señora, y los periodistas preguntan si la Señora corre peligro de muerte y en qué porcentaje se cura ese cáncer y si el terrible estrés de la paciente en cuestión tendrá que ver con la génesis de su cáncer y los especialistas puestos contra la pared, incapaces de negarlo, confirman que la tensión nerviosa condiciona todo tipo de enfermedades, englobando también al cáncer papilar de tiroides diagnosticado con toda precisión por dos médicos patólogos de un laboratorio de la calle Maipú, que algunos dicen que fue el elegido para efectuar el procedimiento preoperatorio a la Presidenta porque estaba cerca de la residencia de Olivos. Quizás sea cierto. Y los de La Cámpora miran con indignación a los lados como haciendo ver que esas son las consecuencias que el periodismo y Magneto, y los demás enemigos del gobierno nacional y popular generan en sus líderes: los enferman de cáncer para sustraerlos del proceso revolucionario que es el destino del pueblo argentino, así como pasó con Evita. Y se habla de este fenómeno aunque no se lo crea del todo porque el argumento de Chávez sobre que Estados Unidos ha desarrollado la tecnología para enfermar a los presidentes revolucionarios de Latinoamérica es demasiado burdo aunque no tan descabellado como parece si uno lo piensa detenidamente. Y el gobierno se enorgullece de emitir sin tapujos el diagnóstico incontrovertible de carcinoma papilar de tiroides y enunciar cómo se hará la operación, que equipo de brillantes profesionales realizarán la cirugía y el tratamiento posterior, que Boudou no podrá tocar la guitarra vestido con bermudas por un tiempo al menos mientras la Presidenta está de licencia, y será necesario facilitar la llegada del Movimiento Evita y demás grupos kirchneristas a velar por la salud de la Presidenta, y se colocarán cámaras estratégicamente para detectar los mínimos movimientos dentro del hospital paquete del Opus Dei que la Presidenta, simplemente por razones de seguridad, eligió para operarse en lugar del Roffo donde también trabaja el cirujano que dirigirá el equipo interviniente. Y se cuentan los minutos que faltan para el inicio de la cirugía, y qué nervios debe tener el cirujano que debe cortarle la piel del cuello de la Presidenta, a la que habrá terminado de convencerla prometiéndole una plástica que la embellecería aún más, y se contarán las horas que faltan para terminar la cirugía y se especulará que está tardando media hora más que lo prometido, y la gente pensará si el cirujano estará aún nervioso, y si sabrá de verdad sobre el tema, y si habrá repasado a la noche en los libros de cirugía cómo se hace la extracción segura de una glándula fofa que está ubicada entre vasos sanguíneos que pueden sangrar ante el mínimo descuido matando a la Presidenta y entre nervios que tienen que ver con la capacidad de hablar, y que de ser seccionados dejarían a la paciente MUDA, ¿se imaginan? Peor que muerta para Cristina. Y finalmente termina la operación calificada como un éxito, un nuevo éxito kirchnerista logrado gracias a la eficiencia y seguridad de un equipo médico seleccionado especialmente por la Presidenta y sus más allegados.
    ¡Ché boludo, acá no encuentro ninguna célula maligna! ¡No jodás gil! Buscala bien. ¡Pero no está te digo! Ya hace tres horas que lo miro y no encuentro ni una. ¡La vas a tener que encontrar! ¡Si no nos mandan a Siberia! ¡No hay ninguna, definitivamente! ¿Me estás cargando? ¿Son boludos ustedes? Y ahora, ¿cómo se lo decimos? ¿Quée? ¿Es una broma? ¡Imbéciles pelotudos! ¡Me hicieron operar al pedo! ¡Me va a quedar la cicatriz toda la vida porque eso de que no se me va a notar no se lo creo a ese pelotudo después de todo esto! ¡Pero no mamá! Los mayores imbéciles fueron los del Maipú que metieron la pata como caballos. ¡Hijos de puta! ¡Ahora voy a tener que tomar de por vida esas pastillas de mierda todos los días por culpa de esa manga de inútiles! No Cristina, esperá que enciendo el cigarrillo…¿Otro más vas a fumar? ¡Por qué no te dejás de joder con ese humo! Aparte vos no hablés que fuiste uno de los que me aconsejó ir a ese laboratorio de mierda. ¡Inútiles!¡Inútiles! Con toda la guita que pagamos y estamos rodeados de inservibles que hacen cagadas todo el tiempo. Pero, Cristina, tenemos que darle vuelta el discurso, tenemos que decir que hubo un porcentaje de error y que tuviste la suerte de caer en ese pequeño porcentaje, tiene que haber un porcentaje de error. ¡Ché averigüen con esos dos tarados y si no saben que pregunten a un especialista!¡Alguien que sepa tiene que ver en este país de mierda! Podríamos consultar a  algún especialista norteamericano. ¿Vos te comerías el garrón de reconocer tácitamente que todos metimos la gamba y que debemos caer ante el tío Sam, boludo? Ustedes hablan y hablan pero la que puso el cogote y ahora le quedó tajeado soy yo, ¡y la que va a tener que tomar esas pastillas de mierda también soy yo! ¿No ves que no sirven para nada? ¡Ya lo decía él! ¡Esto lo arreglan de algún modo si no los echo a todos a patadas en el culo! ¡Este papelón no me lo como sóla!
    Existe un dos por ciento de posibilidades que el cáncer papilar de tiroides sea sobrediagnosticado.  Por suerte nuestra Presidenta cayó en ese porcentaje ínfimo. Es vergonzoso el manejo que los medios hicieron de esta noticia. El Gobierno no procedió de manera incorrecta de ningún modo. Sólo faltaba que los diarios de siempre dijeran “¡Que lástima que la presidenta no tiene cáncer”.
    Se puede decir lo que quieran. Que inventó el diagnóstico, que se informó incorrectamente, que hubiera sido mejor ser más cautos. Pero, viejo, nunca están conformes. Lo que te puedo asegurar es que el gobierno anunció la verdad, lo que le dijeron los patólogos, y ese era el diagnóstico antes de la operación. Y te digo más: yo creo que el diagnóstico de la Señora no fue un error. Te aseguro que ella tenía cáncer de tiroides. ¿Y qué pasó? El cáncer desapareció viejo. A Cristina hay que canonizarla. Vas a ver cuando se entere el Vaticano.

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