lunes, 30 de enero de 2012

Cultura popular


La Fundación El Libro -organizadora de la Feria del Libro- anunció a principios de marzo de 2011 que el escritor y político peruano Mario Vargas Llosa, último Nobel de Literatura, inauguraría ese año la 37º edición de la exposición. La elección fue repudiada por un grupo de kirchneristas (encabezados por el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González), quienes lo acusaron de "atacar a los gobiernos populares" y repudiaron su presencia en Buenos Aires.
    Un notero de CQC preguntó a  la kirchnerista Diana Conti su opinión sobre Vargas Llosa y ella declaró que es "una persona refractaria con sus principios", e interrogada sobre su obra incluyó entre sus escritos a "Las venas abiertas de América Latina".

Cristina eterna


 "Los sectores ultra K a los que pertenezco avizoramos el deseo de una reforma constitucional porque quisiéramos una Cristina eterna", afirmó la diputada Diana Conti a radio Dos de Rosario. 

jueves, 26 de enero de 2012

Siga el baile, siga el baile...


Y se reanudaron las funciones. Después del receso de verano y de unas apacibles semanas sin las torturantes cadenas diarias llenas de bravuconadas, logros sensacionales y amenazas a los enemigos, la señora Presidenta dejó su lecho de enferma grave y abrió la temporada con sala llena. Desde temprano la lucha de las distintas facciones era para lograr una ubicación en la Casa Rosada, convertida últimamente en un gran museo con salas multitemáticas  inspiradas en la creatividad de la Presidenta, quien parece desconocer el asiento geográfico de la sede del gobierno o dando explícitamente a entender que la comida se cocina en otros sitios, lejos de Balcarce 50: parte en Olivos, parte en Santa Cruz, parte en alguno de los numerosos vuelos de los Tango que surcan los cielos del mundo durante las giras al exterior de la Presidenta con algunos de sus ministros y muchos de sus empresarios preferidos. La larga cola de los entusiastas que  pujaban por entrar a la Rosada a ver el espectáculo de la primera mandataria se mezcló en la calle con una más larga aún, la de los apesadumbrados trabajadores que pretendían conseguir la tarjeta SUBE de transporte después de la amenaza gubernamental de perder el subsidio para viajar a quienes no la consiguieran antes del 10 de febrero. Los muchachos de La Cámpora y los de las organizaciones sociales que estuvieron presentes hace poquito en Pilar haciéndole el aguante a Cristina entonaron decenas de veces la marcha peronista haciendo hincapié en la frase “combatiendo al capital”, sembrando la confusión sobre qué capital era el foco del combate del movimiento superador del peronismo, tal como les gusta a los kirchneristas definir a su partido. Seguramente combatiendo el capital que acumulan los que no están con el gobierno dado que el de la Presidenta, que se engrosa progresivamente con los años de función, o el que genera la consultora ubicada en Puerto Madero que pertenece al fiel vicepresidente Boudou,  parecen ser incuestionables. Y allí estaban los integrantes del gabinete en pleno, los jóvenes pujantes de La Cámpora, el inefable Dante Gullo de impecable traje claro, gobernadores otrora calvos y ahora con floridos trasplantes capilares, Moreno erigido en superministro, Abal Medina masticando chicles para atenuar la necesidad devoradora de fumar, Mariotto con cara de sueño, agotado  por las mil y una noches empleadas en pergeñar el asalto final sobre la Casa de Gobierno de La Plata, y cientos, cientos más de alcahuetes que llenaban la sala destinada a la reunión, preparada como la sala del Colón para un estreno de Ginastera. Todos se reencontraban alegres y se saludaban efusivamente con besos como suelen hacerlo los de la mafia siciliana, dicho esto sin picardía por no desconocer la costumbre argentina de besarse entre hombres independientemente de la inclinación sexual que los empuje, aunque no puede ignorarse que para algunos la necesidad de ser reconocido en los clubes del poder es una necesidad sexual símil. Y después de unos nerviosos aprestos hace su aparición la Presidenta, secundada por Boudou y De Vido, y el auditorio estalla en aplausos y ovaciones a los que la Señora responde agradecida con su rostro reluciente y su cuello descubierto, bien descubierto para mostrar la horrible cicatriz que le han propinado los brillantes médicos que le han diagnosticado el cáncer de tiroides que milagrosamente no tuvo, porque según el jefe del equipo que la operó el hallazgo de una glándula normal después de la cirugía habría sido un verdadero milagro, según versiones previas ya publicadas (ver “Santa Cristina” en este mismo blog). Y la Presidenta, cual adolescente traviesa, mostraba y mostraba a las cámaras  su cicatriz arciforme en la base de su cuello y hacía bromas con algunos de los asistentes a la reunión, como aquella de “la muestro para que Clarín no diga que no me operé”, mostrando cuan pendiente está de lo que dicen sus enemigos. Y se firmaron en público contratos de construcción de obras, mientras la Presidenta jaraneaba con sus laderos y saludaba distraída, por cortesía, a los intendentes beneficiados por sus planes, y por teleconferencia aparecían representantes de provincias lejanas que la saludaban y agradecían, todo enmarcado en aplausos de un auditorio cada vez más subyugado por el espectáculo. Y llegó la hora del discurso tan esperado haciendo hicapie en el aglutinante tema de las Malvinas y las palabras necias de Cameron que no hacen más que recordar que los funcionarios argentinos no son los únicos que hacen papelones internacionales diciendo estupideces. Atacó a las petroleras por los precios del gasoil y la falta de inversión, anunciándoles que se terminaron las avivadas como si recién las hubiera descubierto. Y no trató directamente el tema de la minería a cielo abierto, negociada directamente por la Presidenta en el exterior, contra la cual se levanta toda La Rioja y la enorme mayoría del país por la embestida contra Famatina, cerro emblemático de dicha provincia, que será destruido para la extracción de oro mediante la técnica de la explotación a cielo abierto con cianuro y empleo de un enorme volumen diario de agua imprescindible para las poblaciones, los animales y la agricultura. Sólo ironizó contra las organizaciones no gubernamentales que gritan por esto pero que nunca se habrían quejado, según su mirada, de otras depredaciones ambientales como la pesca indiscriminada en el área de las Malvinas. Todo con soberbia y desenfado, como lo haría una artista de varieté que juega con su público tratando de arrancarle un aplauso a cada rato, no una cantante de ópera que sigue su guión y su partitura tras meticulosos estudios y ensayos. Y quedó tiempo para justificar lo injustificable de su operación, y para cargar en público a su vicepresidente Boudou, a su temible secretario Moreno, a la ininmputable e incondicional Hebe de Bonafini, y hasta a uno de sus más conspicuos bufones de bigote ridículo tratándolo de “border”.
    Miré el desarrollo del acto con un dejo de tristeza por sentirme excluido de la invitación a esa fiesta perteneciente a un club exclusivo, en un palacio inalcanzable. Una fiesta de socios con pocos y selectos invitados, cerrado al público general, donde se manejan códigos internos y se entregan premios y castigos según concursos de temas variados, en juegos siempre erráticos, inseguros y peligrosos. Un paso de comedia con comediantes de fuste en el espectáculo y la fantasía. En la mentira, en suma, con la cual se alimenta el espíritu de muchos. Especialmente de muchos que no tienen, ni tendrán, demasiado más con que alimentarse.

miércoles, 18 de enero de 2012

Bajada de línea


Uno de los indisimulables voceros del gobierno, en su programa de Radio Continental, recordó hoy la caída del ex Presidente Constitucional de los argentinos Dr. Arturo Illia en 1966 atribuyéndolo a “los intereses empresariales”, “la acción de la prensa”, y “los sindicatos”, en clara alusión a los mismos dramas que sufre el actual gobierno, utilizando tales argumentos para victimizarlo subliminalmente. El famoso comentarista-periodista, al parecer admirador del gran demócrata derrocado, parece que no recibió la data histórica de La Cámpora que el propio Juan Perón, fundador del partido en el que los Kirchner se han subido para alcanzar el poder, y movimiento que concentra la masa fundamental que los ha votado, fue el principal impulsor del golpe de 1966 para quien colaboraron los sindicatos que en su enorme mayoría le eran adictos. Como dato de color cabe remarcar en contraste con la situación de los actuales gobernantes, que el mismo día del golpe, el Dr. Illia debió regresar a su casa en taxi y que no tenía en sus bolsillos un solo centavo para pagarlo.

El gran conductor



"Para mí, éste es un movimiento simpático —dijo— porque se acortó una situación que ya no podía continuar. Cada argentino sentía eso. Onganía puso término a una etapa de verdadera corrupción. Illia había detenido el país queriendo imponerle estructuras del año mil ochocientos, cuando nace el demoliberalismo burgués, atomizando a los partidos políticos. Si el nuevo gobierno procede bien, triunfará. Es la última oportunidad de la Argentina para evitar que la guerra civil se transforme en la única salida."

30 de junio de 1966. Entrevista de Tomás Eloy Martinez a Juan Domingo Perón en Madrid el día de la caída del presidente constitucional Arturo Illia.

martes, 10 de enero de 2012

Santa Cristina


Por suerte la Presidenta no tiene cáncer. El diagnóstico preoperatorio fue contundente, preciso, descarnado. La Señora Cristina Fernández de Kirchner está afectada de un carcinoma papilar de tiroides para que lo sepa todo el planeta y la Presidenta con una entereza que le conocemos hace una reunión donde comunica a los cuatro vientos el mal terrible que padece y asegura que lo vencerá como a otras tantas adversidades de su vida. Y aconseja a su vicepresidente “¡Ché! ¡Ojo vos!, ¿eh?”, como una mamá autoritaria mientras los ministros que asisten en carne viva a sus funciones le festejan a coro sus ocurrencias. “Y ahora van a decir que soy autoritaria y hegemónica”, y se repiten las risas burlonas de los funcionarios como si no supieran cómo se pone la Señora cuando ellos, niños bien aplicados, no hacen lo que se les ordena, y si no miren el derrotero de Cleto para el que también hubo un recuerdo burlón, también lógicamente festejado con risotadas. Y desfilan los médicos especialistas comentando la enfermedad de la Señora, y los periodistas preguntan si la Señora corre peligro de muerte y en qué porcentaje se cura ese cáncer y si el terrible estrés de la paciente en cuestión tendrá que ver con la génesis de su cáncer y los especialistas puestos contra la pared, incapaces de negarlo, confirman que la tensión nerviosa condiciona todo tipo de enfermedades, englobando también al cáncer papilar de tiroides diagnosticado con toda precisión por dos médicos patólogos de un laboratorio de la calle Maipú, que algunos dicen que fue el elegido para efectuar el procedimiento preoperatorio a la Presidenta porque estaba cerca de la residencia de Olivos. Quizás sea cierto. Y los de La Cámpora miran con indignación a los lados como haciendo ver que esas son las consecuencias que el periodismo y Magneto, y los demás enemigos del gobierno nacional y popular generan en sus líderes: los enferman de cáncer para sustraerlos del proceso revolucionario que es el destino del pueblo argentino, así como pasó con Evita. Y se habla de este fenómeno aunque no se lo crea del todo porque el argumento de Chávez sobre que Estados Unidos ha desarrollado la tecnología para enfermar a los presidentes revolucionarios de Latinoamérica es demasiado burdo aunque no tan descabellado como parece si uno lo piensa detenidamente. Y el gobierno se enorgullece de emitir sin tapujos el diagnóstico incontrovertible de carcinoma papilar de tiroides y enunciar cómo se hará la operación, que equipo de brillantes profesionales realizarán la cirugía y el tratamiento posterior, que Boudou no podrá tocar la guitarra vestido con bermudas por un tiempo al menos mientras la Presidenta está de licencia, y será necesario facilitar la llegada del Movimiento Evita y demás grupos kirchneristas a velar por la salud de la Presidenta, y se colocarán cámaras estratégicamente para detectar los mínimos movimientos dentro del hospital paquete del Opus Dei que la Presidenta, simplemente por razones de seguridad, eligió para operarse en lugar del Roffo donde también trabaja el cirujano que dirigirá el equipo interviniente. Y se cuentan los minutos que faltan para el inicio de la cirugía, y qué nervios debe tener el cirujano que debe cortarle la piel del cuello de la Presidenta, a la que habrá terminado de convencerla prometiéndole una plástica que la embellecería aún más, y se contarán las horas que faltan para terminar la cirugía y se especulará que está tardando media hora más que lo prometido, y la gente pensará si el cirujano estará aún nervioso, y si sabrá de verdad sobre el tema, y si habrá repasado a la noche en los libros de cirugía cómo se hace la extracción segura de una glándula fofa que está ubicada entre vasos sanguíneos que pueden sangrar ante el mínimo descuido matando a la Presidenta y entre nervios que tienen que ver con la capacidad de hablar, y que de ser seccionados dejarían a la paciente MUDA, ¿se imaginan? Peor que muerta para Cristina. Y finalmente termina la operación calificada como un éxito, un nuevo éxito kirchnerista logrado gracias a la eficiencia y seguridad de un equipo médico seleccionado especialmente por la Presidenta y sus más allegados.
    ¡Ché boludo, acá no encuentro ninguna célula maligna! ¡No jodás gil! Buscala bien. ¡Pero no está te digo! Ya hace tres horas que lo miro y no encuentro ni una. ¡La vas a tener que encontrar! ¡Si no nos mandan a Siberia! ¡No hay ninguna, definitivamente! ¿Me estás cargando? ¿Son boludos ustedes? Y ahora, ¿cómo se lo decimos? ¿Quée? ¿Es una broma? ¡Imbéciles pelotudos! ¡Me hicieron operar al pedo! ¡Me va a quedar la cicatriz toda la vida porque eso de que no se me va a notar no se lo creo a ese pelotudo después de todo esto! ¡Pero no mamá! Los mayores imbéciles fueron los del Maipú que metieron la pata como caballos. ¡Hijos de puta! ¡Ahora voy a tener que tomar de por vida esas pastillas de mierda todos los días por culpa de esa manga de inútiles! No Cristina, esperá que enciendo el cigarrillo…¿Otro más vas a fumar? ¡Por qué no te dejás de joder con ese humo! Aparte vos no hablés que fuiste uno de los que me aconsejó ir a ese laboratorio de mierda. ¡Inútiles!¡Inútiles! Con toda la guita que pagamos y estamos rodeados de inservibles que hacen cagadas todo el tiempo. Pero, Cristina, tenemos que darle vuelta el discurso, tenemos que decir que hubo un porcentaje de error y que tuviste la suerte de caer en ese pequeño porcentaje, tiene que haber un porcentaje de error. ¡Ché averigüen con esos dos tarados y si no saben que pregunten a un especialista!¡Alguien que sepa tiene que ver en este país de mierda! Podríamos consultar a  algún especialista norteamericano. ¿Vos te comerías el garrón de reconocer tácitamente que todos metimos la gamba y que debemos caer ante el tío Sam, boludo? Ustedes hablan y hablan pero la que puso el cogote y ahora le quedó tajeado soy yo, ¡y la que va a tener que tomar esas pastillas de mierda también soy yo! ¿No ves que no sirven para nada? ¡Ya lo decía él! ¡Esto lo arreglan de algún modo si no los echo a todos a patadas en el culo! ¡Este papelón no me lo como sóla!
    Existe un dos por ciento de posibilidades que el cáncer papilar de tiroides sea sobrediagnosticado.  Por suerte nuestra Presidenta cayó en ese porcentaje ínfimo. Es vergonzoso el manejo que los medios hicieron de esta noticia. El Gobierno no procedió de manera incorrecta de ningún modo. Sólo faltaba que los diarios de siempre dijeran “¡Que lástima que la presidenta no tiene cáncer”.
    Se puede decir lo que quieran. Que inventó el diagnóstico, que se informó incorrectamente, que hubiera sido mejor ser más cautos. Pero, viejo, nunca están conformes. Lo que te puedo asegurar es que el gobierno anunció la verdad, lo que le dijeron los patólogos, y ese era el diagnóstico antes de la operación. Y te digo más: yo creo que el diagnóstico de la Señora no fue un error. Te aseguro que ella tenía cáncer de tiroides. ¿Y qué pasó? El cáncer desapareció viejo. A Cristina hay que canonizarla. Vas a ver cuando se entere el Vaticano.

viernes, 6 de enero de 2012

Pilar ¿viste?


Por suerte la Presidenta ha salido bien de su operación y estará de alta en las próximas horas. Aún siguen familias enteras con sus niños y bebés de pecho y miembros del Movimiento Evita en sus carpas con sus banderas coloridas dándole apoyo a Cristina, a pesar de las altas temperaturas (hoy el termómetro llegó a las 38°C), y las incomodidades que implican las carpas, la falta de baños y de agua para refrescarse, pero así es el Movimiento para sus líderes auténticos, fiel y sacrificado. He oído sin embargo, críticas injustas a la Presidenta por haberse operado en el Hospital Austral, uno de los más grandes y complejos hospitales del país, ubicado en una de las zonas de mayor poder adquisitivo, construido por Pérez Companc calificado por Forbes como la persona más rica de Argentina y uno de los más conspicuos millonarios del mundo, perteneciente sin duda alguna al Opus Dei, rama ultraconservadora del catolicismo, que para el ingreso de su personal evalúa sus méritos como católico practicante, institución privada que atiende las más caras empresas de Medicina prepaga y que califica según los mayores estándares de calidad médica. Creo que las críticas son injustas. Es indudable que la salud de la Presidenta no es moco de pavo y que no puede dejarse nada librado al azar. Por ejemplo que no haya agua en el baño, o que aparezca una cucaracha o dos corriendo debajo de la cama como para poner nerviosa a la Señora que es muy buena pero que hay que ver como se pone a veces, o algo peor, que haya que hacer con cierta urgencia un análisis de orina  a las dos de la mañana y no haya nadie en el laboratorio, o que se corte la luz y o deje de andar el aire acondicionado o el ventilador, o que el día de la operación se suspenda la intervención porque los anestesistas están de huelga, o no haya gasas o falten suficientes guantes estériles o sutura, o el jefe esté de vacaciones y el que debe operar en esas circunstancias es el jefe y no un residente de primer año que después de todo tiene todo el derecho a hacerse la mano pero uno no debe correr demasiados riesgos, o al menos eso es lo que debe pensar La Cámpora y más aún Abal Medina que si antes del diagnóstico fumaba noventa cigarrillos por día ahora habrá triplicado esa cifra por lo cual es seguro que en pocos años lo tenemos a él, aunque no esté entonces en ningún gobierno, internado en el Austral u otra institución de semejante jerarquía con un cáncer de pulmón, o lo que es dramático, suponiendo que se remonten todas esas dificultades, supongamos que durante la cirugía el jefe que volvió de sus vacaciones y está operando a la Presidenta extrae la glándula tiroides del cuello abierto de la señora que menos mal que está dormida porque si no nos echa a todos y nos manda a la puta madre que nos parió y se le ocurre al jefe cirujano pedir una biopsia por congelación para ver si hay que seguir operando o todo termina ahí y la enfermera le pregunta al cirujano “¿lo qué?” y el jefe indignado de tanta ignorancia debe repetir la consigna cuchicheando tratando que Máximo Kirchner, presente en el quirófano, no oiga tantas barbaridades, y el residente de segundo que fue corriendo hasta Patología vuelve sin aliento dando la mala noticia que no hay reactivos para las tinciones a pesar que fueron reclamadas en la reunión del CATA del hospital hace dos semanas. Con todas estas realidades en la mano, es una auténtica locura hacer operar a la Señora Presidenta en un Hospital Público por tratarse, nada menos, que de la conductora de un Gobierno Nacional y Popular que cuida los intereses de todos los ciudadanos. Pero la realidad indica que todos los ciudadanos deben seguir haciendo colas durante toda la noche para atenderse al día siguiente en el hospital o viajar trescientos kilómetros para ser atendidos fuera de su provincia porque a pesar de todo los hospitales de la capital son superiores a los de las provincias, figurese. Todo eso está bien para la gente común, incluso esas personas que pasan tantas horas en su carpas recalentadas a 38°C velando por la salud de la presidenta con los carteles y las banderas de colores y la silueta de Evita detrás. Todo eso está bien para la gente común, pero con la Presidenta, como con Perón, no se jode viejo.

Protocolos y ética.


Está en discusión en estos días el tema de la ética en los protocolos de investigación médica en la Argentina tras una multa aplicada por el ANMAT a Glaxo sobre el reclutamiento aparentemente improcedente de pacientes para el ensayo de una vacuna. Salieron por los medios voces acusadoras y defensoras de los protocolos de investigación y del papel de la ética de un médico que lleva adelante un protocolo por el que le pagan y está frente a un paciente que fue al hospital para curarse. Tal vez se entienda algo más del tema si uno averigua a qué se dedican quienes emiten las opiniones. Es indudable que la importancia de la investigación clínica en fase III (sobre pacientes) en indiscutible, que ha sido de fundamental valor para el avance de la Medicina y lo seguirá siendo. Pero también es cierto que la actividad no está regulada por ninguna ley nacional a pesar que muchos profesionales ostentan el título de “Investigador” en su tarjeta de presentación. La experiencia argentina en la materia demuestra que muchos médicos se han enriquecido por el trabajo con estos protocolos auspiciados por empresas generalmente multinacionales, percibiendo miles de dólares o euros o su equivalente en pesos moneda nacional  por el reclutamiento de cada paciente reclutado. Sólo pensar en las cifras, de qué manera multiplicarlas y ubicarse en un país como Argentina donde todo, hasta lo más consagrado e incontrovertible toma otro color, para imaginar cuantas irregularidades fueron posibles en pos del reforzamiento de un salario hospitalario siempre magro e insuficiente. Habría que diferenciar el trabajo desarrollado silenciosamente en el país por grupos de prestigio incuestionable que en el seno de las instituciones públicas donde desarrollaban su actividad asistencial y también docente, abrazaron desde los años sesenta con la apertura del CONICET, la investigación clínica y aún básica con enormes sacrificios personales. El fenómeno de la investigación de protocolos masivos por grupos médicos, en cambio, se desarrolló en Argentina en los noventa, época de grandes transformaciones y saqueos públicos acordados por el congreso, donde el ejemplo de los escalones superiores se transmitía hacia abajo masivamente, sin pudores ni conflictos éticos. En una primera fase, surgieron pocos médicos avisados del fenómeno que llegaba de los países desarrollados y fueron pequeños grupos de especialistas reconocidos (aún mediáticamente) con centros prósperos de atención privados que se convirtieron en los primeros benficiarios de una tarea que los impulsaba a reclutar pacientes fuera de sus propios centros para acrecentar las ganancias con pagos mínimos o equivalentes engañosos como viajes a congresos  o becas en el exterior  a los médicos investigadores  participantes. Se conformaron así poderosas redes interconectadas de base empresarial donde las instituciones madres cobraban porcentajes nada despreciables de las asignaciones acordadas al investigador principal. Paralelamente llegó el aluvión de la epidemia de SIDA, que complicó toda la dinámica médica, social y económica del país pero aseguró la buena vida y la jubilación de muchos colegas que aprovecharon el sinnúmero de ventajas que trajo aparejado. El mercado se llenó de protocolos de investigación sobre drogas para el HIV y se conformaron rápidamente grupos en los centros públicos y privados interesados en manejar la patología tan siniestra y aprovechar los protocolos de la industria farmacéutica. En ciertos centros, la corriente natural de la patología llevó a hipertrofiar antiguos servicios y a reabrir salas cerradas desde hacia decenios, pero otros crearon forzadamente la necesidad de convertirse en centros de atracción a pesar de la existencia de servicios preexistentes donde la inspiración comercial no era tan fuerte y se llegó hasta el límite de crear nuevas especialidades, inéditas en el mundo, para apropiarse de la patología. En los hospitales públicos la ANMAT exigió la constitución de comités de ética para la aprobación de protocolos pero se dio el fenómeno de que coordinadores de tales comités en hospitales públicos, por ejemplo, llegaron a ser los investigadores principales de los protocolos mejor pagos del país. Las direcciones sucesivas de las instituciones públicas, hospitales y universidades, por razones no claras, hacían la vista gorda, a pesar de denuncias y solicitudes de acciones administrativas por enormes irregularidades que implicaban la contratación no oficial de personal médico y administrativo, el cobro no regulado de honorarios, la falta de distribución de las ganancias para la satisfacción de las siempre urgentes necesidades de los hospitales, y la derivación de las horas de asistencia por las que los médicos investigadores eran pagados por el hospital a las de investigación que eran recompensadas por empresas multinacionales. Los honorarios eran percibidos en una primera larga etapa según contratos secretos entre los laboratorios y los investigadores, quienes manejaban a su libre arbitrio las sumas que percibían y hasta creaban fundaciones para manejar el dinero procedente de los protocolos para evadir las contribuciones fiscales y que funcionaban dentro del mismo hospital. El tiempo hizo tentar a las autoridades a participar del negocio como desde mucho antes lo venían haciendo los centros privados, aún los de reputación cuestionable, con comités de ética totalmente interesados, cobrando hasta el 50% de las ganancias. Fue así como el gobierno de la ciudad comenzó a elaborar un plan (aún no implementado) para supervisar la totalidad de los protocolos de sus instituciones, cobrar directamente el dinero de los laboratorios y luego repartirlo (según su criterio siempre dudoso) a los investigadores, es decir, cambiar la titularidad de un monopolio según tendencias políticas de estos días. Pero a todo este complejo, se suma la profusión de pequeños grupos de profesionales de formaciones diversas no siempre entrenados en la difícil tarea encomendada, que aprovechan las migajas que caen del festín y llevan adelante protocolos complejos en centros no calificados, situaciones que los sobrepasan y que ponen en riesgo la seguridad de los pacientes intervinientes.
    Asomarse a esta situación tan compleja no hace sino poner al descubierto cómo el desinterés de quienes deben conducir la salud en nuestro país miran siempre para otro lado hasta que las complicaciones desbordan los cauces habituales o las necesidades económicas advierten ventajas no despreciables. Mientras tanto, la utilidad de los protocolos se debate frente a la ética de los médicos que los llevan adelante.

Justicia igualitaria.


¡Que lástima que uno sea un ignorante! No saber sobre algo aleja la posibilidad de interpretar la realidad, de desbrozar las sutiles tramas de lo que ocurre y de confundir las cosas. Esta mañana, entre las cotidianas noticias de violencia y muerte, producto de la inseguridad endémica que sufrimos día a día en este bendito país, se conoció la historia del  asesinato perpretado por una mujer de Ranelagh a un ladrón que después de sustraerle diversos bienes y  amenazarla a ella y a su hijo con un cuchillo, en el momento de abandonar la casa fue muerto por un disparo de arma de fuego en la cabeza.   Se subrayaba que por tal hecho la mujer estaba demorada en la comisaría. Uno tiende a pensar que la sucesión de hechos es razonable según lo indica la experiencia rutinaria de vivir en un país como Argentina donde los procedimientos policiales tras hechos de violencia son harto conocidos gracias a los noticieros y a que muchos de nosotros solemos ver diariamente por TV los capítulos de “La ley y el orden”. Sin embargo, quien desconoce las infinitas sutilezas del ejercicio de la justicia no puede equiparar las situaciones y corre el riesgo de malinterpretar conductas judiciales que parecieran erróneamente aplicarse a situaciones similares. Por ejemplo, en la madrugada del 1 de enero próximo pasado, el gobernador de Río Negro fue muerto de un tiro en la cabeza dentro del dormitorio de su chacra aislado con rejas del resto de la propiedad por el disparo de un revólver 38 corto propiedad del funcionario pero no accionado por éste según pruebas incontrovertibles de los peritos que no encontraron señales de pólvora en las manos del muerto pero sí en las de la esposa, Susana Freydos, única acompañante de la víctima en el momento del disparo. Trascendió que la pareja tenía una relación tormentosa y que la esposa presentaba al examen médico forense del día del crimen señales de contusiones en su cuerpo, probablemente producto de una pelea. Era conocido el carácter impulsivo del ex gobernador y su amor por las armas como lo indica su pasado por la SIDE de Duhalde. Y también la irascibilidad de su esposa que consumía habitualmente ansiolíticos. Al día siguiente del crimen, dos de los más promiscuos representantes del gobierno nacional Juan Manuel Abal Medina y Florencio Randazzo, junto a los dos hijos del gobernador muerto, asistieron a la asunción del vicegobernador Weretilneck con el fondo de la marcha peronista entonada repetidamente. Lo curioso, lo más curioso de todo, es que la señora Freydos permanece hasta hoy en su domicilio afectada de una profunda crisis nerviosa y que el señor Juez de la causa aseguró que procederá a interrogarla el 16 del corriente mes, cuando se tranquilice. Asimismo, cuestionado por una periodista de una radio de Buenos Aires sobre la conveniencia de dejar libre a una mujer probablemente culpable de un homicidio, el magistrado subrayó que él no detenía  a los sospechosos para investigar sino que investigaba para detener, según un enfoque inédito por cuyas virtudes miles y miles de presos en espera de condena durante años en las cárceles argentinas querrían interiorizarse.
    ¡Que suerte que haya funcionarios tan probos que con la claridad de sus pensamientos empiezan a abrir los surcos de una Patria grande que asegura justicia igualitaria para todos y que sabe distinguir claramente las sutilezas que nosotros, simples ciudadanos, confundimos por nuestra ignorancia!

lunes, 2 de enero de 2012

Justicia argentina.

"La muerte del gobernador Carlos Soria fue una cuestión doméstica".

Miguel Ángel Fernández Jahde, Fiscal interviniente en la muerte del gobernador peronista de la provincia de Río Negro producida por un disparo de arma de fuego en la cabeza en confuso episodio.