sábado, 9 de junio de 2018

TAPIA: Premio Nobel de la paz.



Tras la suspensión del partido con Israel el sábado 9 de junio, el Chiqui Tapia (presidente de la AFA y yerno del Moyano mandamás del gremio camioneros, como para ponernos en contexto), declaró que espera que todo el mundo reconozca en su decisión un aporte a la paz mundial. Y agregó que como titular de la Asociación del Fútbol Argentino, su misión era velar por la salud y la seguridad de sus jugadores. La pregunta a la que nos enfrenta esta decisión inoportuna y no poco sobreactuada es por qué la selección argentina, en vísperas del campeonato mundial de fútbol, llega hasta el borde del abismo diplomático para emerger luego, imprevistamente, como salvaguarda de la paz mundial. ¿No podía haberse evitado este papelón, como otros tantos a los que el gobierno a través de sus instituciones nos tiene acostumbrados?
    Nadie puede negar que la región de medio oriente es un polvorín eterno con una Israel militarizada, protegida con escudos aéreos antimisiles, con el apoyo incondicional de Estados Unidos, comandada por un gobierno de derecha rabiosa sostenido por un rabinato ultra conservador, que ha anexado territorios en disputa ancestral, que ha surcado el país con un infame muro del siglo veintiuno como si no hubiera bastado la denigración conceptual de otros muros históricos felizmente derrumbados por los pueblos libres en el siglo veinte. Un país que hace del hecho consumado una política práctica y eficiente que recuerda al Bismark de sus mejores tiempos.  Y un país que erige, respaldado por la presidencia de Estados Unidos, con soberbia y autodeterminación, su nueva capital en Jerusalem, “eterna e indivisible”, territorio legendario pretendido también por el pueblo palestino, despreciando por enésima vez la posibilidad de negociar compartirlo.
     Que Miri Regev, una fanática ministra israelí de cultura y deportes cuestionada por la oposición del parlamento israelí, en una maniobra que en modo alguno puede calificarse de ingenua, haya pretendido involucrar a la selección que lleva al mas afamado jugador de la tierra, en un “juego amistoso” con el equipo local, en el nuevo estadio de Jerusalem, asentado sobre terriorios habitados previamente por palestinos ahora sepultados bajo sus cimientos,  y cuando el estadio original para ese encuentro era el de Haifa, representa un acto de genuina estirpe política, no deportiva, tendiente a mostar al mundo, aún vacilante ante la decisión Netanyahu-Trump, que Jerusalem es definitivamente de Israel y que con actos como éstos, aún deportivos, y nada menos que con el deporte mas popular del mundo, se va asimilando la idea del nuevo hecho consumado.
    Por supuesto, observaciones como éstas, que tienden a descubrir el velo de las cuestiones subepidérmicas de hechos que tienen que ver con el negocio interplanetario del fútbol y los campeonatos mundiales, donde el deporte es lo menos importante, hace brotar las opiniones de los fanáticos, sean estos ortodoxos o falsamente progresistas. Por ejemplo, al recordar las tropelías de  sectas islámicas asesinas que aplican el terrorismo en todo el mundo (incluso en la Argentina), y subrayar  livianamente el antisemitismo confirmado de quienes no apoyen al estado de Israel de nuestros días, nacido en 1948 de la necesidad, según sus fundadores, de dar asiento e identidad territorial a los sobrevivientes del holocausto después de la segunda guerra mundial, pero transformado con los años en un estado militarizado, apoyado material y militarmente por la mayor potencia de la tierra, y rodeada de enemigos sojuzgados y feroces, que lo convierten en un foco de desequilibrio planetario sin salida. A estas observaciones, caben, como simples muestras, las declaraciones de la talentosa actriz israelo-estadounidense Natalie Portman, quien, en abril de este año rechazó el premio Nobel judío, para no quedar asociada al primer ministro Netanyahu quien debía hablar en dicha ceremonia. En desacuerdo con el liderazgo israelí, y en línea con sus valores judíos, la actriz se declaró por los que sufren por las actuales atrocidades de la política imperante en Israel.
    Volviendo al punto, y considerando la gravedad de la situación en el área geográfica mencionada, y que las decisiones de encuentros deportivos no son siempre simples encuentros y menos aún deportivos, cabe repreguntarse por qué los cerebros argentinos que comandan la selección argentina, llámese AFA y la línea ascendente directa a saber Cancillería y Ejecutivo, no pensaron este cuadro con antelación para evitar situaciones enojosas, riesgos innecesarios e idas y vueltas que nos hunden una y otra vez en el ridículo. Gobernar implica, entre otras habilidades inhallables en la historia argentina, anticiparse en los hechos. Parece que el cerebro es el órgano más deficitario en nuestras clases dirigentes. Lo comprobamos día a día, aunque el Chiqui tapia, en una de esas, sea postulado el año próximo para el Premio Nobel. Ahora que tal premio también está desprestigiado quizá tenga posibilidades de ganarlo.


jueves, 12 de febrero de 2015

Silencios y aislamientos.




 En el dìa de hoy, jueves 12 de febrero de 2015, asistimos, en el Congreso Nacional, a una visión fidedigna de la situación de todo un país en crisis. En el recinto, bajo la presidencia de Amado Boudu, vicepresidente procesado en múltiples casos de corrupción, los legisladores kirchneristas y sus aliados discuten, por orden del ejecutivo, el proyecto de ley de Inteligencia. Paralelamente, a escasos quince metros de ese lugar, en el salón azul, los legisladores opositores organizan una audiencia pública con juristas y representantes de la sociedad para tratar el caso Nisman y el de la AMIA, donde fue invitada a exponer sus ideas la ex esposa del fiscal muerto en circunstancias harto dudosas en su calidad de querellante en nombre de sus hijas. Anoche, la Señora Presidenta, en un acto orquestado donde se llenaron los patios de la casa de gobierno con integrantes de La Cámpora, no mencionó ni una sola vez el caso Nisman, ignorándolo como si nada hubiera ocurrido, pero azuzando a sus seguidores con la ironía de “nosotros sigamos con la alegría, y que ellos se queden con el silencio…” en referencia a la “Marcha del Silencio” convocada por los fiscales en honor del fiscal muerto del próximo mièrcoles 18.

    Mientras el país asiste atónito a la muerte sospechosa de un fiscal de la Nación en lo que se presume un acto de violencia extrema en contra de la Justicia por investigar al Estado, la máxima autoridad del Poder Ejecutivo desarrolla toda una estrategia que no hace más que hundirla en las sombras de las sospechas en relación a la responsabilidad de una muerte que primero quiso ser catalogada de suicidio por parte del oficialismo y luego de asesinato cuando el peso de las evidencias dadas a conocer al público convertían en ridículas las primeras afirmaciones. La Presidenta se presentó tardíamente en público en una silla de ruedas como para mostrarse lo mas alejada posible de una figura de victimaria, es decir, presentándose como víctima. A la semana siguiente, en China, milagrosamente recuperada, caminaba alegremente entre las tropas del ejército de ese país que se formaba en su honor mientras ella, por twitter se mofaba ante el público de todo el planeta de la manera de hablar de sus anfitriones. El discurso oficial no solo ignoró la gavedad institucional de la muerte del fiscal, universalmente sospechada como crimen político, sino que el Dr. Nisman fue vituperado antes y después de muerto como tonto útil a poderes ocultos y casi mágicos o peor aún como cómplice de un complot contra el gobierno en asociación con integrantes desplazados recientemente de la inteligencia argentina que, en realidad,  le había servido durante once años a los Kirchner para realizar espionaje interno de sus adversarios. Al efecto, carteles de Quebracho, movimiento violento cuanto menos aliado a este gobierno y en relación oscura con la inteligencia estatal, publica en estos días las fotografías de Nisman, entre otros, como traidor a la Patria y relacionado a la CIA en contra de un gobierno nacional y popular. Como si fuera poco, la Marcha del Silencio convocada para la semana próxima por los fiscales, es bombardeada por los kirchneristas desde todos los ámbitos de su desempeño, incluyendo el ejecutivo, el legislativo y la prensa adicta, desde donde se burla la voluntad de miles de ciudadanos que no comulgan con los argumentos oficiales sobre una realidad inexistente dispuestos a llenar las calles de Buenos Aires y las principales ciudades del país en una manifestación seguramente masiva de hartazgo por tanta falsedad y prepotencia, rebasada por la instalación de la violencia como arma política desde las altas esferas del poder.

    Para enrarecer mas el panorama, la legendaria legisladora Lilita Carrió, calificada como demente por sus opositores, pero ejemplo de conducta moral, de valentía y de inteligencia, salió a pegarle a la Presidenta como encubridora de la muerte del fiscal Nisman y responsable de los servicios de inteligencia al mando del General Milani (de antecedentes cuestionados en relación a desapariciones durante el último gobierno militar) relacionados con la muerte de Nisman en una lógica de guerra interna de los servicios de inteligencia del Estado de la que la Señora Presidenta no sería ajena.

    Así, mientras gran parte de la población del país aguarda el día 18 para manifestarse en las calles por la muerte de un fiscal de la Nación, una multitud de exaltados en los patios de la casa de gobierno y alentados por una Presidenta que ignora la gravedad institucional de un asesinato político, canta consignas repetidas, y se burla de un funcionario público que cometió el error fundamental de acusar al gobierno del encubrimiento inmoral del mayor golpe terrorista que sufrió el país hace veintiún años.

    Mientras tanto, la presentación de la denuncia del fiscal Nisman sobre encubrimiento contra el gobierno frustrada curiosamente con su muerte, se pospuso, hasta ahora cuatro semanas (y se supone que quedan muchas mas), mientras se discuten múltiples temas y el gobierno inyecta en la escena política nuevas iniciativas intrascendentes pero útiles como nubes de humo de franca estirpe kirchnerista (ejemplo la ley de Inteligencia). Desde esa perspectiva puede concluirse que: 1- Nisman no estaría muerto si su denuncia hubiera sido incorrecta; 2-La muerte del fiscal fue útil a los asesinos para patear la causa para adelante, por ejemplo para que la denuncia cayera en manos de la Procuradora General de la Nación, Dra. Gils Carbó, militante kirchnerista rodeada en la Procuración por agentes de La Cámpora.

    Tales observaciones en la conducta de un gobierno sospechado hasta la médula de corrupción e impunidad, hablan a las claras de pocas mas cosas que de silencios y aislamientos.

miércoles, 21 de enero de 2015

Gobierno de chorros ...¿y asesinos?.



   Ya había anticipado una de las alcahuetas mas incondicionales de la presidenta (Diana Conti), que el lunes 19 de enero los kirchneristas irían a la sesión del Congreso solicitada por la oposición donde el fiscal del caso AMIA, Alberto Nisman, aclararía detalles sobre pruebas contundentes basadas en escuchas, del encubrimiento de Irán en el sangriento atentado a la AMIA, por parte de la presidenta argentina a través de estrechos colaboradores en una trama de intercambio comercial con olor a petróleo iraní materializado en un memorandum pergeñado por el oficialismo en el Congreso entre gallos y medianoche. Conti había asegurado que irían a enfrentarlo a Nisman con los tapones de punta para demolerlo, y era verdad. Pero parece que no con tapones sino con plomo de la bala de una 22 colocada en su sien por sicarios especializados en transformar asesinatos políticos por encargo en suicidios neuróticos según versiones lanzadas al aire por representantes del gobierno (empezando por el ministro de seguridad Berni) apenas dado a conocer el hallazgo del cuerpo de la víctima. ¿Cómo que no sospechar que el gobierno de una republiqueta kirchnerista está involucrado según el más rancio estilo mafioso en el crimen de un representante de la justicia no adicta que al día siguiente de su ejecución pretendía denunciarla con lujo de detalles en una transacción maquiavélica con los responsables de una de las principales masacres perpetradas por grupos fundamentalistas en nuestro país? ¿Por qué no sería capaz de hacerlo si en un país dominante como Estados Unidos se baleó sin empacho a la vista del mundo a un presidente como JFK porque ya no convenía  a los intereses del imperio? ¿Acaso pocos años antes otro presidente de la Argentina no hizo volar una ciudad entera como Río Tercero para ocultar las pruebas de un indecente tráfico de armas a Ecuador? ¿Desde cuando el poder en Argentina no se atrevería a tanto si toda su Historia está preñada de crímenes políticos planificados desde el gobierno incluyendo el último de Perón sin ir más lejos y aunque esté contraindicado meterse con el General? El oficialismo salió rápidamente a explicar que el crimen comprometía al gobierno y que, en consecuencia, era claro que sectores de la justicia (Nisman) en relación a grupos de inteligencia desplazados (Stiusso) se habían unido en un complot contra el gobierno nacional y popular. Incluso pocas horas antes del atentado caros carteles del Movimiento Evita salieron a la calle para amenazar a quien quisiera atentar contra la estabilidad de la presidenta (“Cristina somos todos” rezaban): ¿cómo Nisman por ejemplo?  La necesidad de la eliminación de Nisman por el kirchnerismo estaba claramente declarada por sus propios protagonistas. Pero la dialéctica kirchnerista, como siempre,  sale a las calles a explicar lo absurdo y a oscurecer el cielo con nubes de humo, cuando, aún en las novelas policiales más básicas, la primera pregunta que se hace el detective que asiste el caso de un asesinato es: “¿a quién beneficia esta muerte?”. No se trata aquí que esta brutal respuesta del poder ante una denuncia tan grave perjudique al principal sospechoso (el gobierno). Se trata de comprender que con este crimen político el gobierno ganó el perjuicio menos grave, como el del escándalo inmediato que hubiere desatado la exposición detallada del fiscal en plena sede del Parlamento. Y en un momento en que el acoso de la prensa y la justicia frente a la inminencia de la retirada del gobierno y el fin de sus prebendas se hacía intolerable. Cuando era niño a esta acción, en la que se especializa el partido del gobierno, la llamábamos “embarrar la cancha”, práctica muy utilizada por los indeseables de todas las épocas aunque más no fuera que para ganar tiempo. Y a los personajes capaces de tales aberraciones las calificábamos simplemente de atorrantes y malvivientes. Sin eufemismos. Como interpreta los hechos la gente de sentido común y no los “intelectuales” de la revolución camporista con sus explicaciones estúpidas y cómplices.  Como lo entendió aquella señora en una manifestación popular contra el gobierno, con un cartel en el que se veía una foto de la presidenta con un gesto de la soberbia a la que nos tiene acostumbrados y una leyenda que decía “¿Quién más quiere hacer una denuncia?” demostrando que el asesinato de Nisman es un mensaje oficial de límite infranqueable a la justicia, y por extensión a la prensa y a los otros factores de poder que se interpongan en el pasillo de salida.
    Pueden esbozarse mil y una hipótesis de los hechos que llevaron a la tumba al pobre Nisman. Pasarán muchos años y así como con lo del atentado a la AMIA, es posible que jamás salga a la luz toda la verdad sobre este horrendo crimen. Pero lo que es y será indiscutible para la Historia, es que el actual gobierno argentino estuvo involucrado en este crimen, y que la Presidenta y sus colaboradores más estrechos, tendrán que caminar mucho años por los pasillos de los tribunales para demostrar que no son chorros ni asesinos.


  

miércoles, 2 de abril de 2014

La pesadilla argentina

La sociedad argentina está enferma; desde hace muchos años pero ahora hizo crisis. La descomposición del cuerpo social se constata diariamente por el humor de los ciudadanos, cada vez más ansiosos y más violentos. El argentino, especialmente el de las grandes ciudades, no es muy amable sino más bien malhumorado y de pocas pulgas: se ven locos e irresponsables conduciendo automóviles peor que los principiantes, sin atención a las mínimas normas de tránsito ni a las básicas de convivencia. Somos, en el mundo, de los primeros en muertes por accidentes viales, pero además aterra salir cada día del hogar para enfrentarnos con los horrores de las calles y avenidas, caracterizados por falta de respeto por los límites de velocidad, por la alcoholización de los conductores, por la falta de reconocimiento de la mano derecha en el tránsito, por la ignorancia de los semáforos y las indicaciones, por la ausencia de la cordialidad y la cesión del paso, por la presión contra los peatones y la agresión verbal y hasta física entre conductores por nimiedades. Los transeúntes no son menos agresivos que los conductores. Basta observar sus rostros contraídos, sus dientes apretados y sus miradas asesinas ante las mínimas contrariedades que surgen del tránsito por veredas atestadas, y asistir cotidianamente a escenas de pugilato sangriento gratuito con entusiasta concurrencia popular. Un aditamento agregado hace no mucho tiempo es el de aquellos que convencidos de los derechos cívicos que los asisten, o conducidos hábilmente por quienes parecen defenderlos y o representarlos, ocupan calles, avenidas, puentes y cuanto pasaje público exista, en horas pico, frecuentemente con rostros cubiertos por pañuelos y munidos de palos en sus manos, exentos claro, de la más mínima consideración para con sus conciudadanos, bloquean el paso a quienes deben llegar a sus trabajos, a entrevistas laborales, a visitas médicas, o, incluso, a quirófanos para ser operados. Y sin excepciones frente a las necesidades de quienes deben necesariamente atravesar el escollo que ellos han dispuesto con total arrogancia como por ejemplo, en días pasados, a un incapacitado que llevaba una pierna ortopédica y fue arrojado desde arriba del puente Nicolas Avellaneda, acción seguida del robo de la misma prótesis que portaba. Otro ejemplo de violencia inaudita es la de los barrabravas del fútbol argentino, responsables de escándalos y emboscadas no exentas de crímenes y venganzas mafiosas, señores que actúan en connivencia reconocida desde hace años con el poder político y de seguridad, controlando la asistencia a las marchas a favor del gobierno o de los gremios según corresponda, la venta y reventa de entradas para los encuentros “deportivos” y musicales, el estacionamiento en las cercanías de los estadios, el funcionamiento de los clubes, la integración de los planteles de jugadores, los negocios tercerizados de las instituciones como las obras de refacción (como por ejemplo durante la gestión de Comparada en Independiente) y otros. Barrasbravas elogiados en público no hace mucho por nuestra presidenta, calificados casi como traviesos jóvenes llenos de energía de los cuales es lógico esperar alguna que otra travesura. Violencia en el mas limpio significado que existe es, claro, la de los delincuentes que diariamente roban vehículos, toman rehenes reales o virtuales, penetran en los hogares, torturan, vejan, violan y matan a las ciudadanos que no pueden ya confiar en las fuerzas policiales y de seguridad rebasados en su capacidad y claramente inservibles para la tarea que les ha sido encomendada. El fracaso de la gestión gubernamental a nivel nacional, provincial y municipal en este campo es indiscutible, a pesar que la respuesta de estos actores antes las fatalidades diarias que debe sufrir el ciudadano es la típica derivación de las responsabilidades al otro que está allá lejos. Pero como la situación en Argentina se agrava y agrava día a día, faltaba una vuelta de tuerca para seguir avanzando en los subniveles de este infierno. Y surgió el salvajismo de las víctimas, sean del pobre conurbano como del rico Barrio Norte. En estos últimos días, la acción de la gente victimizada por la delincuencia en las calles, llevó a la detención violenta, y la agresión física descontrolada hasta el límite de la muerte del que robó aunque más no sea una cartera. Reacción irracional que antes se veía esporadicamente en caso de violaciones comprobadas y hoy ya se extiende a robos o hurtos de mínima implicancia. Gente de buen poder adquisitivo y excelente nivel de educación, teóricamente aptos para diferenciar un acto leve de otro grave y de controlar sus emociones, imposibilitado de actuar de acuerdo a derecho y a reglas básicas de convivencia, amenazando de muerte y pegándole patadas en la cabeza a un individuo que pretendió robar a otro ciudadano, mientras un patrullero llegó veinte minutos o una hora después de los hechos desmadrados, y un Secretario de Seguridad hecha la culpa a un Poder Judicial que por otra parte lleva en su seno a un Juez como Oyarbide que allana todo el tiempo el camino tortuoso de un gobierno sospechado de corrupción hasta los codos, y con uno de los integrantes de la Corte Suprema como Zaffaroni (defensor permanente del gobierno) que culpa a los vecinos de asesinos mientras mantiene ocupadas sus propiedades alquiladas con prostíbulos.
    Pero el tema de la violencia no termina aquí, ni ha empezado aquí. En los setenta fui testigo de teóricos que hablaban de que “la violencia de abajo es engendrada por la violencia de arriba”, excelente argumento para justificar la irracional lucha armada entre los grupos de guerrilleros, y las fuerzas armadas y de seguridad. Todas, las de izquierda y las de derecha, dirigidas por forajidos amantes de la sangre derramada y lo bastante obtusos para medir las consecuencias de una lucha de alienados que terminó literalmente con una generación entera de pobres chicas y muchachos que soñaban románticamente con cambiar el mundo, y con las fuerzas armadas de una Nación. Muchos de aquellos dirigentes de izquierda de entonces, quizás los menos aguerridos y muchos de los más calculadores, sobrevivieron. Algunos se reubicaron y constataron las bondades del capital por el que, teóricamente, combatieron, por ejemplo, los Kirchner o los Abal Medina. Y entonces se erigieron en paladines de los derechos humanos y en los salvadores de la Nación sometida por el neoliberalismo de un Menem que ellos mismos pusieron en reemplazo de un demócrata como Alfonsin, y sostuvieron hasta que el país fue expoliado hasta un límite desconocido hasta entonces. Pero, increíblemente, “intelectuales” trasnochados que parece no han aprendido nada de la vida ni de la Historia, reivindican aquellos años como de glorioso patriotismo, y reencauzan argumentos perimidos de liberación y dependencia en contra del corporativismo de los medios, que con poderosas herramientas (llámese Clarín o La Nación) confunden a los estúpidos como uno que lee esos medios y desvían su inteligencia de los núcleos centrales de la verdad, y obnubilan entonces la apreciación de lo medular que devuelve la dialéctica que tan bien manejan los intelectuales kirchneristas: que la Argentina, conducida por Cristina es por fin soberana frente a los centros de poder, y que la expropiación de Aerolíneas e YPF fueron gestos de emancipación y que quienes así no lo entienden son cuanto menos gorilas y básicamente estúpidos. El desprecio permanente y rutinario de Cristina y sus acólitos a quienes no comparten su proceder y su relato (no menos del cincuenta por ciento del electorado) se ha manejado pertinazmente  desde las usinas del poder y la primera lección del aprendiz kirchnerista es incorporar el desprecio por el opositor y a taparlo con descalificaciones. Durante años el gobierno no pudo contener la realidad que se imponía al relato oficial armado, y la inflación debió ser reconocida, el peso tuvo que ser devaluado, los compromisos internacionales debieron cumplirse y las sanciones por los actos “emancipatorios” debieron pagarse religiosamente. Paralelamente, los robos de los integrantes del gobierno y de sus amigos cercanos salieron a la luz, mientras se salía a achacarle a las “corporaciones” la ventilación de supuestas mentiras sin que jamás salieran los señalados (los Kirchner, los De Vido, los Budú, los Báez entre muchos otros) a aclarar los cargos documentados en su contra. Los chorros comunes, que bien saben de la diferencia entre la vida real y los relatos, salieron desatados a cumplir su tarea milenaria, seguros del éxito definitivo abonado por la impunidad de arriba y la justicia domada y estimulados por la droga del narcotráfico también liberado en el país, ejercitando la práctica de la violencia que mamaron desde el nacimiento en villas donde reinan las privaciones, la violencia física y la exclusión social; la misma exclusión que diez años de gobierno nacional y popular no pudieron evitar. Y en un círculo vicioso, ese joven delincuente vuelve a ser golpeado, con el peligro de la muerte que lleva sobre su cabeza como espada de Damocles, esta vez por esos representantes de una clase media en retroceso, despreciada violentamente por una Cristina vez cada más rica, que, convencida de su inutilidad como electorado favorable, no escatima esfuerzos para golpearla.

    La sociedad argentina está indudablemente enferma y en estado crítico. Lo están sus ciudadanos y lo están sus funcionarios y su dirigentes. Lo están los historiadores o quienes pretendan serlo, y sus ideólogos o los que juegan a serlo sin mayor basamento que unas viejas fórmulas marcadas a fuego en años de fervorosa juventud. Pero en la realidad, la descomposición avanza y los males se profundizan. El remolino nos traga a todos y la ceguera nos arrastra a las profundidades. Argentina necesita despertar de esta pesadilla.

jueves, 2 de enero de 2014

Sombras y sombras.



El gobierno de los Kirchner está acabado. La descomposición social que se vive en la Argentina es el reflejo de la descomposición estructural del gobierno. A la división de los argentinos, pacientemente promovida por los Kirchner con su permanente diatriba en contra de los críticos del gobierno, desde Clarín , exponente acabado de la “Corpo mediática”, pasando por los opositores, como Lilita Carrió calificada una y otra vez de demente, pasando por periodistas no genuflexos o comprados, encolumnados tras Lanata, en su función de destapadores de entuertos,  y alcanzando hasta los ciudadanos que por H o por B rechazaron medidas del gobierno hasta convertirlos en “gorilas de Recoleta” merecedores de cepos cambiarios, víctimas de cortes prolongados de luz para que aprendan lo que es vivir como pobres, y desprecios mediáticos lanzados por “artistas populares” tipo Fito Páez, que desprecia a los porteños aunque vive en la gran aldea y saca provecho de sus beneficios relativos, entre otros, monumentales cachets por shows “militantes”.
    La larga lista de funcionarios despreciables, sin que se pretenda por cuestiones de espacio ser exhaustivo, es encabezada por la pareja presidencial, incluido el finado ex presidente, considerado, por antiguos compañeros de ruta, ej, Alberto Fernández, y por kirchneristas avergonzados ante tanto dislate indisimulable a pesar de intrincada dialéctica, como creador inmaculado del “modelo”: es enorme la evidencia de la complicidad de Néstor Kirchner con su socio Lázaro Báez en la derivación de dinero del estado hacia los bolsillos de los Kirchner a través de burdas maniobras de envíos a paraísos fiscales del exterior y “cobros” de falsos alquileres de hoteles vacíos en el sur del país. Es vergonzoso el enriquecimiento de los Kirchner durante su función pública tanto en Santa Cruz ( modelo primario de su práctica de gobierno) como en la Nación.
    Es indisimulable la responsabilidad de corrupción en los manejos de las cuestiones públicas del aún vicepresidente Boudou, procesado en la causa Ciccone, elegido como leal por Cristina para enmendar errores de su marido por la elección de otro vicepresidente que resultó “sucio traidor” al vetar la propuesta kirchnerista de las retenciones al campo.
    Es tragicómica la figura de un personaje como Aníbal Fernández, eterno defensor de causas oficialistas indefendibles, ya apartado de la escena público por agotamiento de sus recursos defensivos, sospechado de estrecha relación con el narcotráfico .
    Son lamentables las figuras de los legisladores Rossi y Pichetto, éste último declaradamente hastiado de tanta hipocresía, al encabezar las embestidas de los proyectos trasnochados de los Kirchner en el congreso, que en más de una oportunidad, y pese a todas las posibilidades en contra, lanzados por la prepotencia del poder K, debieron reservarse encajonados para mejor ocasión , como la increíble ley de “democratización de la justicia”, que toscamente pretendía designar únicamente jueces adictos al gobierno, dado que los acólitos aislados, como Zaffaroni, no resultaban totalmente funcionales al gobierno.
    Es incalificable la conducta de De Vido, superministro de planificación, compañero de ruta de los Kirchner desde los inicios de su gestión en Santa Cruz, responsable directo de áreas vitales del gobierno, entre las que se destacan la obras pública, nido de corrupción atroz en la era kirchnerista y fuente de la riqueza inmensa de la pareja presidencial, y de la energía, cuestión pendiente en la Argentina que ha gastado, sólo desde enero hasta agosto de 2013, 5800 millones de dólares en petróleo, mientras YPF-Repsol, es graciosamente “expropiada” a los españoles en una ataque de bravuconada del ahora ministro de economía Axell Kicillof, que implica ahora un resarcimiento millonario como condición para negociar con los organismos de financiamiento internacionales a los que Argentina debe recurrir (“liberación o dependencia” aparte), por la crisis irrefrenable de la economía. De Vido también es responsable principal del parque eléctrico de la Nación aunque pretenda endilgarle a las empresas contratadas la totalidad de la culpa por el colapso en el que el país, y especialmente el área metropolitana, la más rica y poblada del país, cayó desde tres semanas antes del fin de año y hasta ahora, dejando sin luz y sin agua a vastos sectores incluyendo barrios acomodados que jamás habían sufrido cortes semejantes a pesar de olas de calor desde principios del siglo veinte. Con su consabida rápida respuesta a las críticas, contestó, con proverbial rusticidad, que Macri, jefe del gobierno porteño, en vez de aconsejarle cambiar el huso horario como medida de emergencia para hacer frente a la crisis, “trabaje más horas por día”, como si realmente De Vido fuera el gran trabajador peronista que se desvive por el rendimiento de sus logros.
    Otra de las vergüenzas kirchneristas, graciosamente calificado como “patriota” por muchos pensadores K, es el matón Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior, figura desplazada después de miles de cuestionamientos inalcanzables a una presidenta ciega y sorda, incondicional defensor del “modelo” con revólver en mano para negociar con los empresarios, cómplice de la prohibición de la compra de moneda extranjera, y caprichoso mandamás para el otorgamiento de permisos de importación, responsable directo de la parálisis de varias ramas de la industria por esta vía y aún de insumos médicos indispensables para la salud.
   En este recorrido, la nota reciente ha sido protagonizada por otro emblemático representante del gobierno argentino actual, el responsable de la AFIP Ricardo Echegaray, sabueso del gobierno, especialista en alimentar la voraz máquina argentina de los tributos, que devora los ingresos de los ciudadanos comunes de sueldos miserables, arremete los salarios con un bajo mínimo no imponible desnaturalizando su esencia y sometiendo al trabajador común a más horas de trabajo y mayores responsabilidades por igual sueldo, y, especialmente, es usada en contra de todo aquel que pretenda mínimamente cuestionar procederes del gobierno, es decir, a la manera de un arma extorsiva que obliga al silencio con la amenaza de los perros de la AFIP que harían a uno quebrar sus finanzas o parar en la cárcel por evasor, lo sea o no lo sea. Descubierto en Río de Janeiro, donde había llegado en la primera clase de Emirates Airlines, y hospedado en un hotel de 990 dólares por noche, para pasar el fin de año con su familia, y el despachante aduanero Lambiris con su hijo, asistió pasivamente a la paliza que sus guardaespaldas le propinaron a un grupo de periodistas de TN que lo interrogaban, después de preguntarle sobre la disponibilidad de dólares que había obtenido para su viaje a diferencia de los ciudadanos comunes que aún solventes no pueden adquirirlos en su país, y si confirmaba haber viajado en primera en una línea aérea extranjera prohibitiva para los bolsillos de los trabajadores,  aconsejados públicamente por él mismo a utilizar la línea de bandera, expropiada a los españoles, por la que se pagan 500 millones de dólares anuales en su mantenimiento.
    Pero la perla está dedicada a la señora Presidenta, aislada y en silencio allí lejos, en su “lugar en el mundo”, en un Calafate frío que no conoce olas de calor prolongadas que ponen al descubierto el desinterés por la cosa pública, como la energía, la electricidad, la provisión de agua, el transporte público que aumentó 66% en el fin de año. Ella, fría y distante, siempre justificada por sabios nacionales y populares que son los únicos que saben interpretar la dialéctica, despreciar las insignificancias de las conductas de los circunstanciales protagonistas de la Historia, por supuesto llenos de debilidades y flaquezas, frente a los grandes movimientos históricos revolucionarios que los demás no vemos, seguramente influenciados por nuestros intereses de clase o el sucio dinero de la “corpo mediática”. La Señora reposa, y se restablece de una penosa afección neurológica que la mantiene temporariamente alejada de las nimiedades cotidianas de los ciudadanos, como los cortes de energía eléctrica y el agua, producto de la caprichosa naturaleza y la desinversión de los gobiernos anteriores que dejaron el poder apenas diez años atrás. Mientras tanto, el hijo Máximo, conductor de una brillante juventud revolucionaria bautizada “La Cámpora”, inteligente como aquellos Montoneros (pero más prudentes y sabios), sentencia que “acá no pasa nada. Tenemos que llegar hasta mitad de año, cuando empiece el mundial y la gente se olvide de todo. Aparte, Randazzo traerá en abril el primer tren importado de China para el Sarmiento, para que no hablen más los contras, entre los que se encuentran infiltrados entre los padres de algunos muertos de la tragedia de Once”.

    Esta es la gente que nos gobierna. En ella descansa nuestro porvenir y el de nuestros hijos, sin contar nuestras necesidades rutinarias básicas en salud, vestido, alimentación, educación y realización como personas de esta época. Se habla de la “década ganada”, como del triunfo de los Kirchner y su política. Época de ganancias sin duda, pero no para la Historia, sino para las cajas particulares de los responsables del saqueo del bien generado por los trabajadores. El “modelo” y sus hacedores están acabados y asistimos diariamente a su derrumbe. Basta para comprobarlo asistir a las diarias conferencias de prensa del jefe de gabinete  Capitanich. No creo en un Dios ante quien deberán rendir cuentas, sino en una justicia independiente que los meta de por vida en la cárcel. De una justicia que funcione a pesar de los intentos desesperados de quitarse responsabilidades, como  el proyecto de reforma del código civil aprobado por una lamentable cámara de diputados. Se habla aún de “década ganada” cuando se han puesto en juego las libertades básicas de los argentinos y se ha expoliado las arcas públicas con soberbia y prepotencia. No se trata de luces y sombras porque las primeras se han apagado hace mucho tiempo. Se trata sólo de sombras y sombras.

domingo, 22 de diciembre de 2013

La máquina trituradora.

Inmediatamente después de conocidos los guarismos de las primarias de agosto, con el derrumbe del kirchnerismo al estilo puro llevada por el impulso maniático de Cristina hasta el cadalso, resultaba claro que el gobierno no podía seguir gobernando. Quedaban por delante dos largos años de gestión con un poder totalmente gastado y una realidad temible, marcada por la futura conflictividad social y la inflación desbocada. Un análisis desapasionado mostraba como ineludible un desplazamiento de la presidente y su núcleo duro, en vista de que la cintura política, plástica necesaria en situaciones de apremio, no parecía probable dado el curriculum de la conductora y los compromisos asumidos con sus acólitos,  los fogoneros “intelectuales” que amasan ingeniosamente la interpretación del devenir kirchnerista, (diríamos “Carta abierta” o “Justicia legítima”) y la troupe aplaudidora, dividida entre quienes pretenden conservar sus sillones (digamos gobernadores e intendentes) o ganar algunos mejor tapizados (alcahuetes presidenciables como Scioli o Capitanich), y los jóvenes pseudorrevolucionarios convencidos de constituir la guardia pretoriana de un proceso revolucionario resucitado de los setentas conducido por un antilider ausente e impresentable como Máximo Kirchner, (llamemos a estos “La Cámpora”). Y la presidenta renunció. De un manera inesperada pero lo hizo. No cuestionaré lo del drenaje del hematoma en la cabeza porque carezco de la historia clínica que podría documentarlo, aunque se sabe que las auditorías de los sanatorios suelen falsificarlas en beneficio de las instituciones. Lo cierto es que la presidenta desapareció del protagonismo hartante al que nos tenía sometidos a los ciudadanos día y noche, cadena tras cadena. Y apareció al fin Capitanich, un conocido y rico gobernador del Chaco, provincia marcada por la marginación de los pobres y la segregación de los aborígenes, a cambiar la cara del gobierno con caóticas conferencias de prensa matinales y a exponerse a la máquina trituradora de la realidad argentina que rápidamente devoró al candidato peronista triunfante Massa, otrora mano derecha de Cristina y hasta octubre principal opositor. Esta pieza, ubicada en el tablero por la intelligenza cristinista para la “renovación del gobierno” y la digestión de la larga lista de disconformes que había manifestado su voluntad en las urnas, pretendía fundamentalmente, instalar la figura de Capitanich como candidato de Cristina frente a dos de sus enemigos circunstanciales: Massa y Scioli. El primero fue sepultado inmediatamente por la velocidad de los acontecimientos. Y Scioli, eterno aguardador profesional, típico empleado mediocre que espera años y años que sus compañeros sanguíneos caigan desangrados por las luchas intestinas, no menos ambicioso e inservible que aquellos, logra victorias parciales que en un país anormal como Argentina puede darle al fin, para la prosecución del mal de los ciudadanos,  la recompensa largamente acariciada en sus sueños que todo lo soportó a lo largo de los años. Otro error de cálculo del núcleo de los cerebros del gobierno, algunos golpeados, otros tullidos, que metieron en escena hace un mes a un jefe de gabinete que está diluyendo su capital y sus ambiciones cada vez que abre la boca (o la cierra) , (conflictividad social frente a extorsión de la policía provincial con un resultado de 14 muertos en menos de una semana, descalabro económico con inflación creciente, saqueos, crisis energética con cortes de luz cada vez más frecuentes y más largos), y la voracidad de quienes lo rodean (literalmente) en su acción de gobierno, llámese Cristina Kirchner, Carlos Zannini, Oscar Parrilli, Julio De Vido, Axcell Kicillof. Que el conflicto policial haya dejado de ser “una cuestión salarial que compete en forma exclusiva y excluyente a las provincias” para convertirse en “hubo acciones deliberadas por grupos determinados”, o que para el manejo de los cortes de luz “una programación rotativa podría ser una alternativa…” se transformase, después de una reprimenda de la presidenta en “el tema de cortes programados…fue definitivamente una expresión incorrecta de mi parte”, y que sobre la crisis energética “no forma parte de la agenda del Estado propiciar una intervención de las empresas eléctricas” se vire a “estamos dispuestos a hacernos cargo del servicio”, todas estas contradicciones no hacen más que demostrar lo endeble del poder en Argentina, y la impotencia de un gobierno para controlar la máquina trituradora.
    Pero como la imaginación, como el poder,  se gastan con el tiempo, y quienes han ganado, por lealtad claro, puestos de altísima responsabilidad que quizás los exceden, deben enfrentar diariamente una realidad que está sólo detrás de las puertas con que cierran sus propias realidades, apelan a recursos ya utilizados y reconocidamente inútiles, como el miedo (aunque esbozado) para “asegurar” el control de la economía. Y reaparece entonces un caballito de batalla peronista de todos los tiempos  como el control de precios de la mano de un inexperto joven ministro de economía que asegura que se trata de “un acuerdo voluntario de precios” firmado por empresarios rodeados de las huestes de “La Cámpora” aportadas por Máximo Kirchner que portando adustos rostros de cachiporra y uniformes oscuros expresaban que allí estaban ellos, los defensores de la Patria para el cumplimiento de la política nacional y popular en defensa de las mayorías.

    Pero la pérdida del poder y la duda perturban el sueño de la presidenta y de sus más lúcidos allegados (y está bien que así sea).En apenas un mes las mediciones indican una caída de diez puntos la popularidad de la presidenta. La inflación toca el 30% en lo que va del año. El déficit supera el 5% del PBI. A los vencimientos de los papeles del estado se suman los reclamos de los policías y en las próximas semanas los de una multitud más de empleados públicos. El “remedio” será la emisión monetaria y el vaciamiento del ANSES. Nadie sabe con exactitud que hizo el gobierno de los 900.000 millones de dólares que ingresaron al Estado en diez años de kirchnerismo. Mientras tanto las reservas del Central decrecen a pasos agigantados. Los cortes de luz crecieron 25% desde el 2008, como respuesta a que la oferta de energía marcha detrás de la demanda. El gobernador de Corrientes piensa en Cuasimonedas para hacer frente a sus compromisos. Y trasciende que Lázaro Báez, socio de los Kirchner, empresario emblemático de la “década ganada” compró 263.200 hectáreas en diez años sólo en Santa Cruz, y que pagó 14.5 millones, por medio de siete empresas, a la gerenciadora de los hoteles de los Kirchner que suelen verse vacíos durante todo el año. La respuesta de los sospechados es que la corporación mediática pretende voltear a un gobierno que cojea hace tiempo por enfermedades propias. Pero el relato, como el poder, se gastan con el tiempo, y la realidad termina por imponerse fatalmente. La duda no exenta de preocupación y angustia es cómo hará el gobierno para sobreponerse, de aquí a dos años y pese a un narcotizante campeonato internacional de fútbol, a la máquina trituradora de la realidad que termina comiéndose a los protagonistas y a los autores de los desastres.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Ladrones e incapaces


Retomar un blog luego de casi un año y medio no es fácil. Hubiera sido quizá más prolijo (u obsesivo), reiniciarlo a principio de año, cumpliendo aquel prefijo tradicional y esquemático de  “Año nuevo, vida nueva”. Pero nada pudo con la indignación con la que la realidad abofetea diariamente a los habitantes despiertos de este país condenado al fracaso más rotundo. Queda como pendiente para los escasos lectores de estas páginas las excusas por mi alejamiento por tan largo lapso, pero considerando que todos los que estamos metidos en este tipo de juegos somos humanos llenos de huecos y contradicciones, sirvan, en este momento de urgencias mayores, mis disculpas.
    Son muchas, demasiadas diría, las imágenes que se agolpan en mi memoria reciente, muy reciente, de días nomás, que han gatillado este esfuerzo mío por traducir en palabras lo vivido y no salir de mi casa a los gritos alertando a todo el mundo que esto está acabado. Pero la situación detonante ha sido la manifestación de dementes portadores de camisetas pintadas con franjas transversales azules y amarillas que, aparentemente convocados por redes sociales, se apoderaron del centro de la ciudad de Buenos Aires, incluyendo el fálico obelisco al que reemplazaron la bandera de la Nación Argentina por un trapo con las mismas franjas azules y amarillas de sus camisetas. Detuvieron el tránsito en la hora pico, cuando miles y miles de habitantes intentan regresar a sus casas después de un arduo día de trabajo y o trámites, rompieron todo lo que se presentaba a su paso, robaron, estropearon canteros de flores e instalaciones del metrobús hace pocos meses inaugurado, hicieron pintadas imbéciles (por ejemplo: “Boca sin fin…”) sobre comercios y monumentos públicos como el mismo obelisco, mearon sobre los mismos, rompieron cientos de botellas, vidrieras y marquesinas esparciendo los fragmentos de vidrio por todos lados, arrojaron miles de cartones de tetrabrik ya utilizados para saciar su sed y estimular sus embestidas, aterrorizaron a la población de toda una sociedad que se sintió una vez más (y van…) despojada de lo que se llama “público” y resulta ser del más fuerte, del más prepotente, del más atorrante, del grandote del barrio que le pega a todo el mundo y que en consecuencia es el que manda, en una imagen especular con lo que sucede desde los más altos de poder en el país y se reproduce, hacia abajo, atravesando todos, todos, los niveles de conducción desde la Presidencia de la Nación, pasando por la dirigencia de los clubes profesionales de fútbol, y alcanzando hasta la Sociedad de Fomento del pueblito más remoto. En ese aciago día, el ministro de Seguridad de la Ciudad Guillermo Montenegro, mientras se desarrollaba el alud que derribó el centro de la ciudad y lo sepultó con lodo, jugaba un partido de fútbol en un estadio cercano cuyas tribunas están pintadas con franjas azules y amarillas como las camisetas de esos enfermos que tuvieron en vilo a toda una ciudad y a gran parte del país cansado de violaciones locales similares. Sin ir mas lejos, el día anterior, mientras la policía maltrataba y mataba ciudadanos tucumanos y chaqueños exasperados contra la policía y los gobiernos de sus provincias que debían ceder al chantaje del personal armado que había liberado la zona para favorecer los saqueos de los pobladores desguarnecidos y seguramente estimularlos, en un palco carnavalesco en el centro de la ciudad, la Presidenta de la República, ya sin luto y sin votos, bailaba despreocupada ante el mundo golpeando al compás un instrumento de percusión acompañada por aplaudidores profesionales y artistas de varieté de pésimos antecedentes. Uno de mis hijos, el día del invasión de los de camiseta azul y amarilla, no pudo tomar su trabajo frente al obelisco a las 17 hs. porque el dueño del local había recibido la información de probables desmanes, la TV mostraba desde hacía horas la progresión de la masa de asesinos desde la periferia, y un policía le advirtió sobre el riesgo de permanecer en la zona. Es decir, una inteligencia básica, al alcance de los ciudadanos, no alcanzó a las autoridades de la Ciudad ni de la Nación, que no previeron esta contingencia y no actuaron para evitarla: por ejemplo desviando a las hordas varias horas antes que coparan la Plaza de la República, hacia el estadio donde jugaba despreocupado el jefe de Seguridad Montenegro, que debía haber sido abierto para “los festejos” por el presidente del club Angelici, quien, irresposablemente declara hoy en “La Nación”: “ahora debemos tener que pensar en algo para el año próximo”, sacándose de encima la responsabilidad y adscribiendo al “Año nuevo…”.
    Cuando en un acto público, también en los últimos días, un ciudadano gritó a las  autoridades presentes “devuelvan la plata que se robaron…”, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, invitó a “pelear a la salida…” al reclamante y lo trató de enfermo de Down: “…mogólico…”. El impresentable ministro Granados respondió ofendido ante el calificativo del ciudadano, así como “La Cámpora” acusa, dolida por la contundencia de sus denuncias, a Lanata de ciervo de los intereses de Magneto, y las “corpo mediáticas”. Sin embargo, a pesar de los improperios y las bravuconadas de la especie kirchnerista, no ha habido a lo largo de este año ninguna refutación legal o acusación formal por falso testimonio o lo que se le parezca, a los periodistas que como Lanata, se animaron a acusar a los más altos integrantes del gobierno, por ejemplo al vicepresidente Boudou, de enriquecimiento ilícito monumental y tráfico de influencias para apropiarse de una empresa que imprimía billetes, la Ciccone Calcográfica, o al empresario Lázaro Báez, socio de los Kirchner, principal contratista del estado en Santa Cruz implicado en la desviación de ingentes sumas de dinero a paraísos fiscales del exterior. La respuesta lisa, llana y torpe del gobierno fue el apartamiento del fiscal Carlos Rívolo, primero en investigar a Boudou, de Daniel Rafecas, juez que ordenó el allanamiento de su departamento, de Manuel Garrido, el fiscal de Investigaciones Administrativas que impulsó graves denuncias de corrupción contra el kirchnerismo, de Esteban Righi, el procurador general de la Nación desplazado por el vicepresidente acorralado por el caso Ciccone, y la suspensión, ayer, del fiscal Campagnoli por la investigación del caso Lázaro Báez, impulsada por su jefa, la doctora Alejandra Gils Carbó, en sintonía con la Presidenta de la Nación.
    Descomposición social, conflictos con saldos de destrucción y muerte en las calles de las grandes capitales y pequeños pueblos de la República, robos, saqueos y asesinatos sin control, fuerzas policiales en connivencia con la delincuencia, el narcotráfico y la política. Políticos corruptos que desde los más altos puestos suelen exponer sus cargos como victorias populares y democráticas, como trofeos de guerra ganados a perpetuidad  mientras se enriquecen a la vista del mundo con soberbia y desparpajo, amparados por sectores de la justicia defensores de los intereses del gobierno.
    Argentina, país de Latino América alguna vez rico y prometedor, convertida en cueva de ladrones e incompetentes que tratan de remendar los groseros errores de su quehacer diario corriendo detrás de los acontecimientos, y con el único propósito de preservar sus cargos de privilegio, desde donde al acto de robar se lo llama “gestionar”, y al de encubrir “militar”. Argentina, país de ladrones e incapaces.